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La ‘Empatitis’ del Atlético Bucaramanga acabará con la afición

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Resumen

La envidia y celos dentro del Atlético Bucaramanga han llevado al equipo a un declive tras ganar el campeonato, afectando los resultados y destruyendo la moral deportiva bajo la dirección del técnico Gustavo Florentín.

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Algo parecido a los odios y la envidia que se dan silvestres en muchas actividades humanas, pero especialmente en el departamento de Santander, habría contagiado a los deportistas de la Corporación Atlético Bucaramanga, un equipo que está castigando a la afición con la falta de resultados.

Después de haber ganado por primera vez la corona del campeonato del Fútbol Profesional, los jugadores se echaron por las petacas y dejaron de producir resultados. Por dentro de la organización deportiva debe haber personas indeseables o alguna alimaña ejerciendo sabotaje contra las directivas de la institución ‘canaria’.

Es curioso que el nuevo técnico del Atlético Bucaramanga, el señor Gustavo Florentín, que tiene merecido reconocimiento internacional, haya tenido que sufrir en carne propia uno de los pecados capitales de los santandereanos que es la envidia y el egoísmo, que se traduce en saboteo para sus actividades profesionales.

Desde cuando se marchó el técnico Rafael Dudamel, por presiones de su señora esposa, el equipo cayó en una especie de letargo, como si se hubiese contagiado del peor defecto que tiene la raza santandereana, como lo demuestran los resultados, francamente desastrosos de los ‘empates’ y las derrotas que están produciendo negativos efectos sobre la afición.

No se entiende como un equipo de fútbol profesional, gana el campeonato nacional de la Liga BetPlay con todos los esfuerzos y con todo el respaldo de la afición, y una vez producido el retiro de Rafael Dudamel, se desata la cobarde envidia de algunos jugadores, que cada semana le apuestan al empate o a la derrota. Un técnico, como el profesor Gustavo Florentín, tiene que someterse a las envidias y a los caprichos de ciertos personajes que le están cobrando factura a los celos que empantanaron la continuidad de Rafael Dudamel, a quien convirtieron en un héroe del deporte santandereano y luego quieren meterse en un conflicto familiar, que no les pertenece.

Los celos, malditos celos, están destrozando la moral deportiva. Los problemas de familia del señor Rafael Dudamel no los puede resolver la afición deportiva, que está viendo el colapso del Atlético Bucaramanga, que ganó la primera estrella y se quedó latiéndole a la luna, pensando que, de esa manera, pueden volver a traer al técnico venezolano. ¡Mas claro no canta un gallo!

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