Resumen
La familia de Eliberto Carreño Valderrama logró darle un último adiós en Barrancabermeja gracias al trabajo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, tras 23 años de desaparición. El proceso permitió dignificar su memoria y brindar respuestas a sus seres queridos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)En el Proceso de entrega digna del señor Eliberto Carreño Valderrama en Barrrancabermeja, en Santander, donde participaron sus hijas y su pareja, el trabajo articulado de los equipos de la Regional Nororiente de la UBPD permitió que la familia de Eliberto, en especial sus hijas, le pudieran dar el último adiós.
Francisca* recuerda que era muy pequeña cuando su padre, Eliberto Carreño, se fue a vivir a Cúcuta, en Norte de Santander, en busca de emprender algunos negocios para ganarse la vida.
Ella y su mamá se quedaron en Barrancabermeja, en Santander, pero la distancia nunca los separó, pues él viajaba ocasionalmente a visitarlas. En 2001, cuando Francisca tenía 11 años, él las vio por última vez. Desde entonces, ella, su mamá y sus hermanas no volvieron a saber de él.
La familia esperó respuestas durante años, pero nada cambió. El único dato que recibieron en algún momento indicaba que su ser querido había sido asesinado y enterrado en Norte de Santander.
Sin embargo, ante la falta de recursos y de certezas sobre lo que también podría haber sido solo un rumor, decidieron no viajar a Cúcuta y seguir esperando la llamada de Eliberto.
Después de 23 años de perder el contacto, el cuerpo de Eliberto Carreño Valderrama fue recuperado en el cementerio Central de Cúcuta como parte del proceso de intervención articulada entre la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Este proceso, que a octubre de 2024 ha logrado la recuperación de 417 cuerpos, correspondería a personas desaparecidas en acciones del conflicto armado.
Dentro del proceso de investigación humanitaria y extrajudicial llevado a cabo por la Unidad de Búsqueda, la entidad descubrió que el cuerpo recuperado ya había sido identificado en algún momento, pero que, en ese instante, no fue posible contactar a sus seres queridos. Por esa razón, la tarea de las investigadoras encargadas de la labor consistió en ubicar a Francisca, su mamá y sus hermanas.
El cruce de bases de datos permitió que, más de dos décadas después de la partida de Eliberto, el teléfono de María Elena Vargas, madre de Francisca, sonara y trajera las respuestas que tanto esperaban. Fue necesario mantener una serie de diálogos para resolver todas las inquietudes y brindar las certezas necesarias para organizar la entrega digna del cuerpo. Este proceso busca garantizar el cumplimiento de las expectativas, creencias religiosas y disposiciones culturales, al mismo tiempo que dignifica la memoria de la persona dada por desaparecida antes de su inhumación final.
Después de escuchar la explicación técnico-forense, en la que se resolvieron inquietudes relacionadas con la causa de la muerte, el proceso de recuperación y la forma en que fue identificado el cuerpo, la familia se dirigió al que ahora sería el nuevo lugar de descanso de su ser querido.
“Terminamos el proceso de búsqueda de Eliberto. No fue fácil, pero sí se logró. Gracias a la Unidad de Búsqueda, hoy en día ya estamos dando ese fin de saber qué pasó, qué sucedió. Quiero decirles a todos que sí se puede”, expresó María Elena mientras dejaba la bóveda en la que finalmente fue dispuesto el cuerpo, al interior del cementerio de Barrancabermeja. El mismo lugar al que ahora sus hijas podrían volver a visitarlo.