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Absolutismo

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Resumen

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Por: Jaime Galvis

Es el ejercicio del poder por una sola persona, existió desde los regímenes tribales hasta los palacios de la realeza y finalmente en las peores dictaduras.

El manejo ilimitado de todas las palancas del poder, produce efectos psicológicos muy similares en los primitivos jefes de clanes y en los más poderosos dictadores de la época actual. Es increíble la metamorfosis que sufre aquel que alcanza las cumbres del poder.

Hay otra modalidad de absolutismo, el financiero, sus dictadores atrincherados en enormes fortunas, pretenden dictarle normas, no solamente a sus respectivos países, sino a la humanidad entera, por eso surgen engendros tales como la “Agenda 20-30”.

En todas las modalidades mencionadas el autócrata sufre algo que se puede denominar la soledad del poder, esto lo lleva a imponer sus delirios, caprichos, manías, fobias, obsesiones, prejuicios, odios y suspicacias.

Sus comportamientos frecuentemente se parecen a los de un niño mimado con sus berrinches y pataletas y eso ha significado verdaderas tragedias para muchos países, nacionalidades y aún civilizaciones. Entre quienes han detentado el poder absoluto, se encuentra una gran variedad de personajes, desde, toscos palurdos e ignorantes, hasta verdaderos eruditos y genios. Naturalmente han ejercido ese poder numerosos enfermos mentales.

La autocracia absoluta ha tenido representantes en diversas razas y credos religiosos. En algunos casos, el absolutismo produjo un progreso acelerado, tal como sucedió en la dictadura draconiana de Park Chung Hee, la cual convirtió a Corea del Sur en una economía industrial de primer orden. Otro tanto, cabe anotar respecto al régimen absolutista de Kemal Pachá Ataturk, durante el cual se salvó a Turquía de su disolución como país, se modernizó la nación con reformas fundamentales que acabaron con el sultanato teocrático anacrónico y se estableció una administración pública a tono con la existente en los países desarrollados de Europa.

Algo parecido está sucediendo actualmente en la India donde un régimen autoritario, con un fuerte barniz democrático, dirigido por Narendra Modi está convirtiendo a dicho país en una potencia económica de primer orden.

El absolutismo alcanzó su máxima expresión en el Siglo XX; los gobiernos de la Unión Soviética, la Alemania Nazi, la Italia Fascista y la China de Mao Tse Tung, fueron las máximas expresiones del gobierno absoluto.

El absolutismo de la Unión Soviética, con setenta años de existencia, se desplomó solo, asfixiado por sus propios disparates económicos y sociales. Los regímenes de Alemania e Italia sucumbieron en medio de una guerra sangrienta e inútil. La China se asfixió en medio de los disparates de su gobernante absoluto.

En medio del fervor socialista surgieron en Asia dos engendros absolutistas muy especiales, el régimen genocida de Pol Pot en Camboya y la monolítica dictadura hereditaria de Norcorea, la cual literalmente petrificó al país en el atraso.

El absolutismo en Latinoamérica ha tenido un desarrollo preocupante. En el Siglo XIX se presentaron numerosas dictaduras, la mayor parte de ellas provinciales, pintorescas y algunas verdaderamente trágicas como la de Solano López en el Paraguay.

En el Siglo XX surgieron líderes mesiánicos que movilizaron muchedumbres, tales como Juan Domingo Perón en Argentina y Getulio Vargas en Brasil, ejercieron un absolutismo blando y tuvieron una relativa independencia en sus mandatos.

Luego, durante la guerra fría surgió la modalidad del absolutismo por encargo, su primera y más aberrante expresión fue la Revolución Cubana, se iniciaron dictaduras de izquierda y de derecha, monitoreadas por poderes del exterior. Ese absolutismo al detal proliferó y aparecieron una serie de autócratas mediocres, simples marionetas de ventrílocuos extranjeros, mandatarios ignorantes como los de Venezuela y Nicaragua, un alienado mental incoherente en Colombia, un gris personaje al mando en Cuba, un vacilante y desorientado mandatario en Chile.

Las manifestaciones masivas en Latinoamérica, solamente ocurren para mostrar repugnancia, ante gobiernos como los de México y Brasil.

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