Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Las cantadoras y las cantaoras: “A tu vera, siempre a la verita tuya, hasta que de pena muera” A tu vera, canción Flamenca. “Ya no me importan las penas. Lo que a mí me quitan hoy, mañana Dios me lo da”. Las penas alegres, Bullarengue.
Para los que desconocen los orígenes del Flamenco, debo decirles que es más cercana a Hispanoamérica de lo que nosotros podamos imaginar. Es producto de la herencia compartida de Oriente, África, Europa y América, que se materializó en los "Cantes de ida y vuelta" que con el tiempo se mostrarían al mundo como Flamenco: patrimonio del pueblo gitano, pero con mucha fuerza y señorío, Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad.
Por otra parte, el Bullerengue es un baile “cantao” de pregones y respuestas, una herencia africana que encontró en el Caribe colombiano su fuente de inspiración; su ritmo percutido a base de tambores representa una historia ancestral de comunidades que han vivido ultrajes y humillaciones, pero que han resistido el paso del tiempo y en gran medida la desidia del Estado.
También El bullerrengue fue reconocido por la UNESCO, como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. Y esta no es la única similitud que comparten estas dos culturas tan distantes, pero con un hilo invisible que las une indefectiblemente: el cante femenino, que le ha dado poderío y trascendencia a estos géneros; lo que no determina la exclusividad femenina en la ejecución tanto del Flamenco como del Bullerengue, pero cuando la cantaora flamenca o la cantadora de Bullerengue interpretan todo alrededor empieza a restaurarse, co-crearse y por consiguiente hay transmutación como consecuencia de la sanación interior.
Hace ya varios años descubrí el Flamenco en Barcelona, en las Ramblas de la ciudad Condal, y gracias a este arte “que me rescató” en un instante duro de mi juventud, pude apreciar y descubrir ese dolor, esa discriminación y esa resistencia del pueblo gitano, bastante similar al que han vivido los afroamericanos. No me cansaba de escuchar a las pioneras como Carmen Linares o Lola Flores; a las contemporáneas como Estrella Morente o Niña Pastori. Hace veinte años que regrese a Colombia, pero la semilla de este arte quedo en mí.
Hace unas semanas tuve el gusto de conocer y compartir con la maestra Pabla Flórez, en un espacio contra las “Violencias basadas en género”, y debo confesar que sentí esa gran fuerza sanadora femenina, que de manera oportuna me trajo al Flamenco, pero hoy con aires de Bullerengue me volvió a rescatar en un momento de mi vida donde las traiciones, las injusticias y las violencias me han querido tumbar. Ahora también escucho a Petrona Martínez, Ceferina Banquez, Martina Camargo y Etelvina Maldonado. Agradecimiento en sororidad infinita. *Abogada