220 integrantes de las barras de Bucaramanga cierran ciclo participativo para la construcción de una política pública de barrismo social
Resumen
Bucaramanga trabaja en su primera política pública de barrismo social, buscando reconocer a las barras como actores culturales y sociales. Se enfoca en cambiar estigmas y fomentar la inclusión, participación y diálogo institucional.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La pregunta que queda abierta es si el respaldo político y presupuestal de la Alcaldía de Bucaramanga acompañará el impulso inicial. Para muchos barristas consultados, la prueba de éxito no será la construcción de un documento marco, etapa que está siendo superada, sino su implementación y permanencia: la transformación real vendrá si las barras dejan de ser un actor invisible o estigmatizado y pasan a ser interlocutores reconocidos en la vida cultural y social de la ciudad.
Por Camilo Ernesto Silvera Rueda - Redacción Política / EL FRENTE
El proceso, fundado en la participación directa de los mismos integrantes de las barras, incluyó entrevistas en profundidad y 12 grupos focales realizados entre julio y agosto, con la participación de 200 barristas de ocho colectivos identificados en el área metropolitana, todo de la mano de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), a través de su Instituto de Estudios Políticos (IEP), y la Alcaldía de Bucaramanga, que con el protagonismo de los barristas cerraron la primera etapa de construcción de la que será la primera política pública de barrismo social de la capital santandereana.
La iniciativa forma parte de una alianza académica-gubernamental que desde la mitad del año empezó a trabajar en cuatro líneas de política pública: barrismo social; paz y derechos humanos; discapacidad; y población NARP (Negros, Afrocolombianos, Raizales y Palenqueros) y comunidades étnicas. Las autoridades y los formuladores esperan que el documento final sea adoptado por el municipio a finales de 2025.
Según Jonathan Méndez Espíndola, líder formulador del documento y magíster en Políticas Públicas y Desarrollo, la política nace “con el objetivo de saldar una deuda histórica con los colectivos de hinchas, tradicionalmente vistos solo como sinónimo de fiesta y cultura, pero poco reconocidos institucionalmente”. El propósito central es transformar los imaginarios negativos que persisten en torno a los barristas y visibilizar el aporte social que realizan en barrios y comunidades.
El proceso se apoya en la hipótesis de que la madurez organizativa de los líderes barristas acelerada, según los promotores, por eventos como el primer título del Atlético Bucaramanga ha generado condiciones propicias para abrir un diálogo estable entre las barras y las instituciones.

Metodología participativa: voces desde adentro
La primera fase del proceso se diseñó como un diagnóstico participativo. Participaron 200 barristas de los colectivos:
· Fortaleza Leoparda Sur, La Gran Familia y La Banda Oriental (Atlético Bucaramanga)
· Disturbio Rojo y Barón Rojo (América de Cali)
· Apokalipsis y Comandos Azules (Millonarios)
· Los del Sur (Atlético Nacional)
Los 12 grupos focales y las entrevistas en profundidad fueron dirigidos por Méndez Espíndola y por la trabajadora social Johana Paola Arenas Ramírez. El material resultante será la base del diagnóstico participativo que, según los formuladores, “será el núcleo de la formulación de esta política pública y nos permitirá formular unas soluciones y una planeación estratégica mucho más acorde a lo que es la realidad del barrismo social en la ciudad”.
Lo que dijeron los barristas
Entre las preocupaciones recurrentes está la estigmatización. “Sería muy bueno que incluyan en el documento la parte de inclusión social, para que seamos más tomados en cuenta en la ciudad, para que verdaderamente vean el enfoque que tiene la barra como tal y no simplemente el estigma de tantos años, ese en el que la gente sigue pensando que solamente hay delincuencia y drogadicción dentro de estos grupos”, afirmó Antonio Becerra Cáceres, integrante de Fortaleza Leoparda Sur.
La inclusión de barristas de equipos distintos al local fue valorada por quienes ven en la política una oportunidad para ampliar horizontes y prácticas colaborativas. “Para nosotros es satisfactorio que nos tengan en cuenta porque siempre habíamos estado esperando que nos escucharan. Lo que queremos es que nos apoyen en todo lo que hacemos como barra porque no solamente apoyamos al equipo, nosotros también hacemos actividades de apoyo a la comunidad”, aseguró Laura Carolna Ortiz Lozano, de la barra Barón Rojo.
Otro reclamo recurrente es la necesidad de garantías de continuidad y compromiso institucional. “Queremos que sea un documento que quede institucionalizado y que además no se pierda con el cambio de administraciones. Que haya como tal un programa que esté pendiente de la parte barrista, y que nos reconozcan como barra activa, ya que, por ejemplo nosotros tenemos más de 20 años en la ciudad”, explicó Sebastián Jiménez, líder de la barra Comandos Azules.

Contenido esperado y líneas estratégicas
El diagnóstico participativo, según los formuladores, pretende identificar necesidades concretas (formación organizativa, recursos para proyectos comunitarios, espacios culturales y deportivos, mecanismos de resolución de conflictos y protocolos de relacionamiento institucional) y traducirlas en líneas de política pública que articulen inclusión, cultura y participación.
Aunque el documento final aún está en construcción, sus impulsores plantean que la política debería contemplar, al menos, los siguientes ejes:
· reconocimiento formal de las barras como actores culturales y sociales;
· mecanismos de interlocución permanente con el municipio;
· programas de capacitación y liderazgo;
· apoyo para iniciativas sociales y comunitarias lideradas por barristas;
· estrategias de prevención de violencia y mediación.
· Retos: institucionalización, recursos y percepción pública
Los desafíos son varios y de diferente naturaleza. Primero, la institucionalización: para que las propuestas no decaigan con los cambios de gobierno, será necesario asignar funciones claras, una dependencia municipal responsable y partidas presupuestales especificas.
Segundo, la superación del estigma: cambiar percepciones sociales arraigadas exige campañas de comunicación sostenidas y acciones concretas que muestren el impacto social de las barras.
Tercero, la capacidad organizativa de las propias barras: muchas requieren formación en gestión de proyectos, administración y formulación de iniciativas para acceder a recursos públicos y privados.
Finalmente, existe el reto operativo de diseñar indicadores y mecanismos de seguimiento que permitan medir resultados: cuántos proyectos comunitarios se financian, cuántas personas participan en programas de formación, reducción de incidentes vinculados a la violencia, entre otros.
Relevancia local e impacto nacional
Si se aprueba tal y como se plantea y se logra su institucionalización efectiva Bucaramanga puede convertirse en la primera ciudad del país en tener una política pública explícita sobre barrismo social. Más allá del simbolismo, la iniciativa abre la posibilidad de convertir un fenómeno cultural masivo en una herramienta de cohesión social, prevención de violencia y fortalecimiento del tejido comunitario.
Expertos en políticas públicas suelen señalar que los procesos exitosos combinan participación real, recursos y mecanismos de rendición de cuentas. En ese sentido, el carácter participativo del diagnóstico es un avance importante, pero su eficacia dependerá de la capacidad de traducir la hoja de ruta en programas sostenibles en el tiempo.
Los organizadores anunciaron que el diagnóstico participativo será la pieza central para formular la política. El cronograma básico que manejan los actores incluye: culminación del documento técnico y socialización pública, ajustes finales con las barras y actores institucionales, y una propuesta de adopción por parte de la Alcaldía antes de finalizar 2025.