Brasil estaría alimentando con carne de tiburón a escuelas y hospitales
Resumen
Brasil ha servido más de 5.400 toneladas de carne de tiburón en instituciones públicas, incluyendo escuelas. El uso del término 'cação' oculta los riesgos sanitarios y ambientales, dado el alto contenido de metales pesados en los tiburones.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)A pocos días de que la FAO anunciara que Brasil ha salido oficialmente del Mapa del Hambre de la ONU, una investigación del portal medioambiental Mongabay destapó una grave polémica en torno a las políticas alimentarias del país. Según el reportaje, durante las últimas dos décadas organismos públicos brasileños han comprado más de 5.400 toneladas de carne de tiburón —comercializada como “cação”— por un valor de 112 millones de reales (más de 20 millones de dólares). Esta carne ha sido servida sistemáticamente en escuelas, hospitales, cárceles y cuarteles de todo el país.
El uso del término genérico “cação” ha impedido que los consumidores, incluidos niños pequeños, supieran que estaban comiendo carne de tiburón, un alimento conocido por su alto contenido en metales pesados como mercurio y arsénico. La bioacumulación convierte a los tiburones en una de las especies más contaminadas de la cadena alimentaria marina, lo que representa riesgos especialmente graves para niños y mujeres embarazadas.
La carne de tiburón fue incluida incluso en el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE), y el Ministerio de Salud llegó a recomendarla para menores de dos años por su facilidad de digestión. No obstante, muchos expertos han alertado de los riesgos sanitarios y ambientales asociados, y varias especies utilizadas estarían en peligro de extinción.
La pesca intensiva de tiburones ha provocado un descenso de hasta el 71% en sus poblaciones desde 1970. Aunque las autoridades alegan que se trata de tiburón azul (Prionace glauca), análisis han detectado especies en peligro en las muestras comercializadas como “cação”.
Frente al escándalo, el presidente del Ibama, Rodrigo Agostinho, reconoció haber firmado contratos similares cuando fue alcalde, y ahora apoya una moratoria nacional. Mientras tanto, organizaciones ambientalistas y legisladores impulsan leyes para prohibir el uso de carne de tiburón en instituciones públicas, en medio de un debate que pone en entredicho el verdadero costo del combate al hambre.