Bucaramanga no se construyó sola
Resumen
La evolución de Bucaramanga no es casual: es fruto del esfuerzo estratégico de administraciones pasadas. Proyectos clave como el Intercambiador de la Puerta del Sol y el Hospital del Norte reflejan planificación y ejecución técnica en busca del desarrollo sostenible.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Oscar Jahir Hernández Rugeles
Las especulaciones sobre un posible proceso electoral atípico en Bucaramanga no cesan, y, en medio de este ambiente de incertidumbre, el nombre de Edgar “El Pote” Gómez comienza a sonar con demasiada frecuencia. Sin embargo, más allá de las conjeturas sobre el futuro, lo relevante es hacer un ejercicio de memoria. Bucaramanga no se ha construido por casualidad ni desde la improvisación. Ha sido el resultado de múltiples administraciones que han dejado su huella en la infraestructura, el desarrollo urbano y la vida de sus habitantes.
Es por eso que cuando se nombra a Gómez, quienes lo defienden traen a la conversación el rol que este mismo tuvo durante el periodo de transformación de la ciudad por parte de los alcaldes liberales, donde surgieron el Intercambiador de la Puerta del Sol, el Viaducto de La Flora, la construcción de la Transversal Oriental, la ampliación de la Carrera 21 y la remodelación completa de la Plaza de Mercado Central. Estos proyectos no fueron meras intervenciones aisladas, sino apuestas estratégicas para la movilidad y el desarrollo económico de Bucaramanga.
También se levantaron espacios para la salud y el deporte, como el Hospital del Norte y la escogencia como sede de los Juegos Nacionales de 1996, un logro que permitió la construcción de escenarios como el Estadio Luis Francisco Figueroa Rey, la ampliación del Estadio Villa Concha en Piedecuesta, la Piscina Olímpica de Barrancabermeja, el patinódromo y la remodelación del Coliseo Vicente Díaz Romero y Edmundo Luna Santos. Fue también en esa época cuando se materializó el velódromo, una obra que nació del trabajo conjunto entre la alcaldía y el entonces Coldeportes, del cual Gómez Román era su director.
Ante la posibilidad de que Bucaramanga deba elegir nuevamente a su alcalde en un corto plazo, es cuando la gente comienza a preguntarse si la ciudad está dispuesta a seguir apostando por la incertidumbre o si ha llegado el momento de recuperar la experiencia y la capacidad de gestión en la administración pública. Porque si algo ha quedado claro es que gobernar no es un acto de fe ni un ensayo improvisado; es un ejercicio técnico, estratégico y, sobre todo, de profundo conocimiento de la institucionalidad.
Las grandes transformaciones de Bucaramanga no ocurrieron por accidente. Se lograron con planeación, con interlocución con el Gobierno Nacional, con la capacidad de estructurar proyectos viables y de conseguir los recursos para su ejecución. El desarrollo de una ciudad no se construye con discursos vacíos, sino con obras que resisten el paso del tiempo y es por eso que no resulta extraño que hayan comenzado a pensar en “El Pote” Gómez como un candidato viable para unas elecciones atípicas y de transición.
Sin embargo, más allá de nombres o candidaturas, el debate debe centrarse en un tema esencial para el futuro de la ciudad: la diferencia entre gobernar y jugar a gobernar. Y es ahí donde la memoria de lo construido podría llegar a jugar un papel indiscutible que nadie se esperaba.