‘Calladita te ves más bonita’
Con las brisas perennes de agosto llegó a mis manos un libro de esos que te ponen a pensar y te remueven fibras sensibles tanto en lo personal como lo familiar y social, porque tocan aspectos como la pornografía, la prostitución, la hipersexualización, y sus impactos en la sociedad actual: ‘Calladita te ves más bonita’, de la joven escritora argentina Guadalupe Batallán, que entre otras cosas es una militante provida, en un mundo actual donde se propende legislativa y jurisprudencialmente cada vez más a la despenalización del aborto, como un logro significativo dentro de las luchas feministas, más extremas.
Por: Doris Ortega Galindo
Pero el debate profundo trabado dentro de esta obra se centra en los impactos negativos de la hipersexualización, sobre todo de niños, niñas y adolescentes, planteando la necesidad de una educación sexual abierta y sincera desde la familia y extensiva en escuelas y colegios para contrarrestarlos.
Me resultó interesante la gran contradicción que pretende mostrar la escritora al mencionar la invisibilización de estos temas, que para la gran mayoría son ‘tabú’ frente a quienes quieren hablar en contra de la pornografía, a los cuales se los califica de ‘moralistas religiosos’. Sin embargo, para quienes lo promocionan “no hay tal invisibilización”.
Asimismo, Guadalupe Batallán contempla la necesidad de una discusión social por el tipo de modelos culturales que, según ella, se promueven: “Una legal, porque el comercio sexual es la lavada de cara del tráfico de personas con fines de explotación sexual, las violaciones y la pornografía infantil; y una de salud física y psíquica, porque la pornografía -que es, si se quiere, la menos dañina de todas las modalidades de comercio sexual- es tremendamente desgastante”, concluye la autora.
Y en esto tiene total razón, ya que no existe un verdadero control estatal sobre el uso de plataformas de entretenimiento para adultos, que paradójicamente, son muy visitadas por menores de edad. Lo anterior se agrava por la desafortunada desidia y falta de cuidados paternofiliales, que permiten que una considerable población de niños y jóvenes se enganchen, cual droga digital, a estos contenidos basura, que distorsionan el verdadero alcance de las relaciones interpersonales, en algo tan sublime como humano: el sexo.
No ha sido mi intención despertar un critica meramente moral, más bien, esto se debe situar en los terrenos de lo jurídico, porque la dignidad humana es el fundamento primigenio de los Derechos Humanos; lógicamente existe una afectación con la pornografía a la dignidad humana, tanto del que la produce, como del que la consume, generando un entorno social tóxico, como caldo de cultivo de ilícitos de naturaleza sexual o contra la libertad de las personas. No hay que seguir callando.