Centro Cultural del Oriente al borde del cierre por una deuda histórica
Resumen
El Centro Cultural del Oriente en Bucaramanga, reconocido monumento nacional, enfrenta un litigio que podría llevar al cierre de la institución, poniendo en riesgo su contribución cultural y educativa en la región.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)El Centro Cultural del Oriente Colombiano, una de las joyas patrimoniales de Bucaramanga, vive el momento más crítico de sus más de 25 años de historia. Declarado Monumento Nacional en 1995, este espacio ha sido el epicentro de la vida artística y educativa de la capital santandereana, albergando la Escuela Municipal de Artes y Oficios (EMA), la Banda Sinfónica de Santander, el Museo Histórico Batalla de Palo Negro y programas de atención a migrantes. Sin embargo, un litigio que se remonta a comienzos de la década de 2000 amenaza con su cierre definitivo y pone en riesgo la oferta cultural de toda la región.
Un litigio que se volvió impagable

El conflicto jurídico tiene su origen en un convenio firmado el 4 de octubre de 2002 entre la Corporación Centro Cultural del Oriente y Telebucaramanga, empresa de telecomunicaciones que entregó mil millones de pesos para la restauración del auditorio La Capilla y de un local dentro del inmueble. A cambio, la compañía recibiría beneficios de publicidad, promoción y fortalecimiento de su imagen institucional durante 25 años. Aunque las obras de restauración se ejecutaron, la administración de ese momento incumplió con la obligación de presentar de manera adecuada los informes de ejecución de recursos.
La situación se complicó tras la venta de Telebucaramanga, cuyos activos y pasivos fueron asumidos por Movistar (Colombia Telecomunicaciones S.A. E.S.P.). La empresa interpuso una acción contractual ante el Tribunal Administrativo de Santander, que en 2016 declaró que el Centro Cultural incumplió parcialmente el convenio. La condena ordenó la restitución de más de 1.042 millones de pesos. Posteriormente, en 2022, el Consejo de Estado modificó la sentencia e incrementó la suma a 2.235 millones de pesos, lo que con intereses y actualizaciones hoy supera los 4.000 millones.
Víctor Ramón Suárez, director cultural de la institución, advirtió en entrevista con V Noticias de Radio Melodía que esta situación ha derivado en medidas judiciales que comprometen la autosostenibilidad de la entidad. “Nos han embargado los arrendamientos de la Escuela Municipal de Artes y Oficios, que es nuestra principal fuente de ingresos. Sin esos recursos, el Centro Cultural no puede mantenerse y corre el riesgo de cerrar sus puertas”, señaló.
La más reciente decisión del Tribunal Administrativo de Santander, emitida el 20 de mayo de 2024, decretó el embargo y secuestro de los cánones de arrendamiento del contrato suscrito con el Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga. Hasta la fecha, se han girado más de 316 millones de pesos en cumplimiento de la medida cautelar, afectando directamente la operación de programas culturales, exposiciones y talleres comunitarios.

Una lucha por salvar el patrimonio
María Camila Rueda Alvarado, directora ejecutiva de la corporación, ha buscado alternativas para evitar la quiebra de la institución. En declaraciones a Caracol Radio explicó que se han presentado propuestas de pago en especie mediante convenios de imagen, uso de instalaciones y presencia de marca en eventos masivos, como la Feria Bonita de Bucaramanga. Sin embargo, Movistar no ha respondido de manera positiva a estas iniciativas, lo que ha dejado sin solución el conflicto.
La crisis ha despertado la preocupación de artistas, gestores culturales y ciudadanos, quienes consideran que el cierre del Centro Cultural sería un golpe devastador para la identidad de Bucaramanga. Este espacio ha sido sede de festivales, conciertos, conferencias y programas de formación artística que han beneficiado a miles de jóvenes. Además, el museo Batalla de Palo Negro es uno de los pocos lugares que conserva y difunde la memoria de uno de los episodios más importantes de la historia colombiana.
Desde su creación, el Centro Cultural del Oriente ha sido autosostenible, sin recibir aportes directos del Estado. Sus ingresos provienen de arrendamientos, alquiler de espacios para eventos y la gestión de proyectos. Con un equipo de trabajo reducido de apenas seis personas, la institución ha logrado posicionarse como un operador confiable de convenios culturales, educativos y artísticos en el sector público y privado.
El próximo 30 de octubre está programada una nueva audiencia de conciliación entre la corporación y la compañía de telecomunicaciones. Para el Centro Cultural, este encuentro representa la última oportunidad de lograr un acuerdo que evite su cierre. “Nuestro objetivo es llegar a un acuerdo justo que permita salvar este patrimonio cultural. No estamos buscando desconocer el fallo judicial, sino encontrar una fórmula viable de pago que no signifique la desaparición de un bien de interés cultural de la nación”, explicó Rueda Alvarado.
Lo que está en juego para Bucaramanga
La situación ha generado un debate más amplio sobre la fragilidad de la infraestructura cultural en Colombia y la falta de apoyo estatal para garantizar su preservación. En Bucaramanga, el Centro Cultural del Oriente no solo es un lugar para las artes, sino también un punto de encuentro comunitario, un motor de turismo y un símbolo de la historia regional.
Los gestores culturales llaman a la ciudadanía y a las autoridades a unirse para defender el monumento. “Cerrar el Centro Cultural sería borrar un capítulo de nuestra memoria colectiva”, afirmó Suárez. La comunidad espera que la conciliación permita construir una salida concertada que respete las decisiones judiciales pero también proteja el patrimonio.
Por ahora, la incertidumbre se mantiene. Cada día que pasa, el riesgo de que este ícono de Bucaramanga deje de existir se hace más real. De no lograrse un acuerdo antes de finalizar el año, la corporación podría entrar en una situación de insolvencia que comprometería definitivamente su operación.
Lo que está en juego es mucho más que un edificio: es el corazón cultural de una ciudad que lucha por mantener vivas sus tradiciones y su identidad. El caso del Centro Cultural del Oriente plantea una reflexión sobre la necesidad de proteger y financiar de manera sostenible los bienes de interés cultural, para que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de los espacios que hoy se encuentran en riesgo.