Clamor por justicia
Resumen
El artículo critica cómo en procesos de paz en Colombia, la impunidad se antepone a los derechos de las víctimas, desvirtuando la verdad, justicia y reparación. Denuncia una paz basada en impunidad, sin satisfacer las garantías de no repetición ni reparar el daño causado.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Mario Solano Calderón.
Estamos viendo que, el caballito de batalla de varios gobiernos se volvió la Paz, la cual hasta ahora se ha observado es, para las víctimas de atrocidades, solo el silencio y el clamor por justicia.
En el último proceso de paz, se prioriza la impunidad del delincuente sobre los derechos civiles y humanos de las víctimas, una dolorosa verdad, a pesar de que el presidente de turno decía que, nunca irían al congreso, que si tendrían penas en cárceles, que si iban a reparar a las víctimas, la realidad mostró todo lo contrario.
El derecho a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición son pilares inalienables para los derechos humanos, pero en Colombia solo sirvió de escudo para los delincuentes, para mentirle al mundo que se estaban acogiendo a los derechos humanos, la realidad es, poca verdad, ninguna justicia, lo contrario, doble victimización para las víctimas, al ver a los delincuentes dando ahora clase de ética y moral, la no repetición, nunca se dio, ahí están con diferentes nombres delinquiendo, cuyo único fin es el económico y nunca ha sido la reivindicación social.
Se envía un mensaje devastador: que la vida y la dignidad de algunos ciudadanos valen muy poco sobre la legalización de capitales; la liberación anticipada de prisioneros generó un profundo resentimiento entre los afectados por la violencia. Las sanciones impuestas a los máximos responsables de crímenes atroces no reflejan la magnitud de sus actos.
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) contempla penas alternativas a la prisión para quienes ofrezcan verdad plena y reparación, que nunca se dio, pero si aplicaron el mecanismo, que es solo una impunidad disfrazada.
La comunidad internacional, a través de la consolidación del derecho penal internacional y la Corte Penal Internacional, solo están sirviendo para validar los crímenes atroces, no para defender los derechos humanos. En última instancia, una paz construida sobre la impunidad es una paz frágil y la prolongación de la confrontación.
Las heridas no cicatrizan, las divisiones sociales se perpetúan y se sienta un peligroso precedente de que la violencia extrema puede ser un camino viable hacia el poder político sin consecuencias.
La verdadera paz no es solo la ausencia de guerra, sino la presencia de justicia, y sacrificar esta última es construir un futuro sobre cimientos de arena.