Resumen
El artículo compara la corrupción moral y sexual en Colombia, destacando la explotación de menores en Medellín, con la degradación bíblica que llevó a la destrucción de Sodoma y Gomorra. Llama a erradicar este 'turismo sexual' y proteger a la infancia.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)El pasaje bíblico, que condujo a la destrucción de Sodoma y Gomorra como consecuencia de la degradación del género humano, por todos los actos de concupiscencia, barbarie y corrupción que desataron la ira del padre celestial, tendría algún parecido con Colombia, este país despedazado en sus principios morales, como lo hemos visto con el tráfico de niños, niñas y adolescentes, explotados inicuamente en las casas de lenocinio de la ciudad de Medellín, donde se compra sexo para satisfacer los instintos de la clientela internacional, que ofrece como una mercancía el denominado ‘turismo sexual’.
La mujer de Lot, a la que le habrían recomendado en aquellos tiempos salvajes la tarea de abandonar a Sodoma y Gomorra, refugio de homosexuales y sibaritas, sin volver a mirar hacia atrás, porque quedaría convertida en una estatua de sal, es como la única virgen que pudo salvarse del castigo de Dios, por la ignominia de destruir la inocencia de los niños, llevados a lugares de infortunio, para sacrificar sus virtudes bajo el fuego criminal de sus verdugos.
El grado de corrupción y concupiscencia a las que ha llegado Colombia, es el espejo de lo que pasó en la edad antigua, donde el Coliseo Romano era el escenario de todas las degradaciones del género humano, para satisfacer las pasiones de los emperadores que, como Nerón, se solazaban viendo destrozar a los seres humanos, en medio de las fieras que eran llevadas al circo para su sacrificio.
Lo ocurrido en la ciudad de Medellín, donde se venden los niños para que sean violados y sometidos a toda clase de vejámenes, constituye una vergüenza para Colombia.
El alcalde de aquella hidalga ciudad, Federico Gutiérrez, ha llamado la atención del país y del mundo, por la degradación del género humano, que, desde este lugar del continente americano, donde el honor sexual constituye una mercancía, que se compra y se vende como si se tratara de un extraño servicio para turistas y visitantes, es la marca negra que le están dejando a las nuevas generaciones.
Este no puede ser el turismo de aventura de este país, cuando la inocencia de los niños, niñas y adolescentes se coloca en una subasta pública, en una vitrina comercial para comprar o vender la inocencia de los menores, que a muy temprana edad colocan en venta sus virtudes y se convierten en una vergüenza para la civilización que queremos proteger y defender, en medio de la vorágine de conflictos provocados por el dinero mal habido que ofrecen los bandidos de todo orden, en esta nación sacrificada por criminales de la peor laya.