Cuánto cuesta una curul en el Congreso
Resumen
Elegir senadores y representantes en Colombia es costoso y favorece a clanes políticos. Las 'Unidades Legislativas' son usadas para nepotismo, lo cual fomenta la corrupción. Algunos congresistas apenas participan en debates, mientras compiten por ganancias personales.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
La creación de treinta y seis (36) partidos políticos en Colombia ha sido la razón por la cual centenares de personas quieren acceder a los cargos de elección popular. La elección de un senador de la república está cotizada por encima de los cinco mil millones de pesos.
Los aspirantes a la Cámara de Representantes requieren un presupuesto superior a dos mil millones de pesos. En resumidas cuentas, solamente pueden hacerse elegir los que pertenecen a los grandes clanes políticos que se han entronizado en el poder.
El partido Conservador de Santander, que hace cuatro años estuvo a punto de elegir dos representantes a la Cámara, colocó la más alta votación de su historia en este departamento y luego los dos personajes elegidos se convirtieron en verdugos de sus electores, porque creyeron haber acabado con sus competidores.
Cada congresista tiene derecho a la designación de diez (10) personas en las 'Unidades Legislativas' y su selección es producto de 'cambalaches', entre la esposa del congresista que quiere probar las mieles del poder, quitándole el espacio a sus pregoneros y vasallos.
Hemos revisado la composición de las 'Unidades Legislativas' de los dieciséis (16) congresistas santandereanos y casi todos han hecho 'negocios' con los cargos burocráticos, donde se cruzan los nombramientos entre familiares de senadores y representantes, lo cual debería ser un delito, porque le están negando el mismo derecho a quienes contribuyen al éxito electoral del respectivo senador o del respectivo representante a la cámara.
Un senador de la república le cuesta al erario público al-rededor de ciento cincuenta millones de pesos mensuales, habida cuenta que la simple asignación parlamentaria supera los cuarenta millones de pesos mensuales.
Hay congresistas que llegan al hemiciclo del Capitolio Nacional a calentar una costosa y en la mayoría de los casos, a escuchar a algunos personajes que son capaces de adelantar debates sobre los temas de transcendencia nacional.
Otros ilustres padres de la patria se convierten en poderosos contratistas del estado colombiano, como ha ocurrido con los representantes de grandes conglomerados financieros.
A través de sus respectivos familiares, se convierten en dueños de las concesiones viales; en los beneficiarios de entidades oficiales, en el manejo de los presupuestos del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
La lucha política en el departamento de Santander es peligrosa por la cantidad de intereses personales que se mueven en los escenarios parlamentarios.
La actividad política mueve negocios particulares, como los contratos de obras públicas, que se quedan enredados en la corrupción rampante que ha enriquecido a ciertos barones de la burocracia oficial y que luego se convierten en ministros de estado y en poderosos contratistas.
Algunos logran destacarse por su capacidad retórica, pero otros, como lo ha dicho el filósofo santandereano Ciro Emilio López Mendoza: 'No son capaces de pronunciar en el Congreso de la República de Colombia, ni siquiera un ERROR DE ORTOGRAFIA'.