Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Edgar Julián Muñoz González
En los últimos 150 años, la economía global ha atravesado 14 episodios de contracción económica. Entre estos, tres se destacan por su impacto y lecciones que nos dejaron: la Gran Depresión de 1929, la Crisis Financiera de 2008 y el colapso provocado por la pandemia del COVID-19 en 2020.
La Gran Depresión es, sin duda, el ejemplo más icónico de un colapso económico. Iniciada con el desplome de Wall Street en octubre de 1929, este evento no solo devastó la economía gringa, sino que sus efectos se extendieron a casi todos los países industrializados. Fue una década de desempleo masivo, pobreza extrema y políticas económicas fallidas.
JM Keynes revolucionó el pensamiento económico de la época al proponer que el problema no residía en los mercados, sino en la insuficiencia de la demanda agregada. Su solución, radical para la época, fue sugerir que los gobiernos intervinieran con un aumento significativo del gasto público para estimular la economía. Esto, como muchos lo han descrito coloquialmente, es pagar para abrir huecos y pagar para taparlos.
David Ricardo, uno de los padres del pensamiento económico clásico, nunca enfrentó una dificultad de tal magnitud, pero sus teorías sobre la distribución del capital y el trabajo ofrecen un marco para comprender el embudo desigual de este trance. Ricardo subrayaba la importancia del equilibrio en la distribución de los recursos, algo que la Gran Depresión perturbó gravemente.
Luego, el colapso financiero de 2008, desencadenado por la implosión del mercado inmobiliario en EE. UU., expuso las debilidades de un sistema financiero que había crecido sin control, alimentado por la codicia y el riesgo excesivo. Esta vicisitud no solo sacudió a las instituciones financieras, sino que arrastró a la economía global a otra recesión más profunda.
Aquí, las ideas de Joseph Schumpeter cobran relevancia. “Chumpiterrrr”, como le decían mis profesores, veía las crisis como un proceso natural de destrucción creativa, donde las quiebras empresariales abren espacio para la innovación y el crecimiento futuro. No obstante, la magnitud del colapso de 2008 obligó a los gobiernos a recurrir nuevamente a las herramientas keynesianas, inyectando miles de millones en la economía para evitar un desastre mayor. En Colombia, a pesar de la magnitud de la depresión, el país no presentó repercusiones gracias a la solidez macroeconómica que presentaba. Uribe era el presidente.
Tal vez D. Ricardo habría subrayado la importancia de mantener un equilibrio entre diferentes sectores. La dependencia excesiva en el sector financiero hizo que la economía estadounidense fuera particularmente vulnerable, demostrando que la diversificación y la mesura son fundamentales para la estabilidad a largo plazo.
Por último, el aprieto provocado por la pandemia del Covid-19 fue único. A diferencia de las anteriores, este fue causado por un virus que paralizó al mundo entero. La respuesta de los gobiernos fue rápida y masiva, con paquetes de estímulo fiscal y monetario que superaron cualquier esfuerzo anterior.
La intervención estatal, otra vez, fue esencial para evitar un colapso total. Sin embargo, esta ruina resaltó las advertencias de Schumpeter y Ricardo sobre la necesidad de un sistema económico adaptable y diversificado. La pandemia expuso que los desafíos del futuro podrían ser impredecibles y devastadores.
Quizás es vulgar la forma en que describo esto, pero las ideas de Keynes, Schumpeter y Ricardo nos enseñan que, aunque las dificultades son inevitables, también son oportunidades para reajustar la economía. Ahora, al observar a nuestro presidente tomando notas del modelo económico de Maduro, con sus inversiones forzosas, es claro que Gustavo Petro no tiene ni idea de cómo reactivar la economía. La historia sugiere que no podemos evitar las crisis, pero sí podemos prepararnos, como en el 2008. A cuidar el bolsillo, señoras y señores. Aunque la inflación disminuya, es de las más altas de la región. Es fácil decir “ha bajado”; difícil entender si es suficiente. El consumo no es la mejor opción para lo que se viene.