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De la economía, mariachis y computadores

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Por: Edgar Julián Muñoz González
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Resumen

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El mandato de Gustavo Petro marca un punto de inflexión para la economía colombiana. La nación enfrenta escándalos que necesitan una atención urgente y decidida. La caída de la inversión extranjera, el incremento de la inseguridad urbana, el fortalecimiento de los grupos guerrilleros y narcotraficantes, y una corrupción desmedida, ejemplificada por el escándalo de la UNGR, resumen un poco el gobierno que tiene las iniciales de una marca de computador.

La falta de confianza en las políticas económicas del gobierno, sumada a una percepción de inestabilidad, ha hecho que muchos inversionistas busquen otros mercados más seguros. Esto no solo afecta la creación de empleo, sino también el desarrollo de infraestructuras vitales para el crecimiento económico.

Si este gobierno cae, algo que ya debería haber ocurrido, para revertir esta tendencia, es crucial que el próximo implemente políticas que restauren la confianza de los inversores. Esto incluye garantizar la seguridad jurídica, ofrecer incentivos fiscales competitivos y promover una mayor transparencia en la gestión pública. Evidentemente lo opuesto a lo que Petro ha venido haciendo desde que llegó al poder.

La percepción de inseguridad ha crecido. Los robos, extorsiones y otros delitos han aumentado, lo que ha llevado a una menor actividad económica y a un deterioro en la calidad de vida de los colombianos. Abordar esta problemática requiere de un enfoque integral que combine una presencia policial más efectiva y programas sociales que aborden las causas subyacentes de la criminalidad. Además, es necesario fortalecer el sistema judicial para asegurar que los delitos no queden impunes. Los grupos guerrilleros y narcotraficantes se han endiosado. Las políticas de negociación de paz son débiles y permisivas.

Acá nunca ha habido estrategias de paz, solo propósitos personales con ideas de pasar a la historia como héroes. Jamás ha sido la intención desmarcar a Colombia de su naturaleza violenta, mezquina y miserable. Se adoptan medidas insulsas contra los actores ilegales para mostrar en discursos que sí se hace, cuando es lo contrario. ¿será que llegaremos a ser contundentes en la persecución del narcotráfico para asegurar que no se convierta en una excusa para la impunidad?

Santos y Petro, como perdieron su lucha personal contra las drogas, ahora quieren que el resto del país también la pierda. Iniciales de Hewlett Packard para ambos.

No obstante, un aspecto que no puede ignorarse es la creciente corrupción dentro del gobierno de Petro. Los escándalos, como el de la UNGR, han puesto en evidencia la implicación de altos funcionarios, incluyendo ministros y congresistas. Aunque Petro y su administración nieguen estas acusaciones, la percepción pública es clara: la corrupción está en su slogan.

Este tipo de putrefacción sistémica no solo erosiona la confianza en el gobierno, sino que drena recursos vitales que podrían ser utilizados para el desarrollo y bienestar del país. Es imperativo que se demuestre lo que ya todos sabemos, aunque lo veo difícil con la fiscalía en los bolsillos del presidente.

Con dos años restantes de Petro, el panorama empeorará. Si las políticas actuales continúan sin cambios, podemos esperar que los inversionistas seguirán percibiendo a Colombia como un mercado riesgoso y la contracción económica será más pronunciada. En términos de seguridad, ni que hablar. Sin una estrategia clara y efectiva para combatir a los malos, su influencia y control territorial podrían expandirse del cauca, complicando aún más los esfuerzos de desarrollo económico.

Sin embargo, solo puedo decirle a los que votaron y siguen defendiendo a Petro, que nosotros entendíamos que contrataban a un mariachi que ni siquiera se sabía el Rey o Las mañanitas. Por favor, la mayoría no puede ser una excusa para cagarse en todos. Para la próxima, contratemos un grupo que se sepa las canciones buenas. No importa que suene mal, importa que la mayoría pueda cantar y disfrutar.

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