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De la filosofía, Chuck Norris y la propaganda

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Resumen

Venezuela y Colombia enfrentan crisis democráticas, con líderes como Nicolás Maduro y Gustavo Petro centralizando el poder y vulnerando la independencia del Estado. Es fundamental tener una ciudadanía informada para evitar la manipulación política.

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Las recientes elecciones en Venezuela dejan la misma sensación que la final de la copa América. A pesar de las declaraciones oficiales del régimen Chavista, que aseguran la victoria, la oposición ha presentado pruebas claras de que Edmundo González fue el verdadero ganador. Sin embargo, el control militar y la ausencia de transparencia consolidan una vez más en el poder a Nicolás Maduro, provocando un grave cuestionamiento sobre la democracia en el continente.

Platón, en La República, ya expresaba sus dudas sobre la democracia. Consideraba que, sin una ciudadanía educada e informada, la democracia terminaba en demagogia, donde los líderes manipulan a las masas con falsas promesas y retórica vacía. La democracia corría el riesgo de convertirse en una tiranía de “la mayoría”, donde se sacrifican los derechos individuales por la voluntad del colectivo mal informado.

Por otra parte, Aristóteles defendía una visión más balanceada. En La Política, propuso un sistema mixto donde la democracia se equilibrara con la aristocracia, asegurando que el poder no se concentrara ni en manos de unos pocos ni en una multitud sin restricciones. Para él, una gobernación participativa debía proteger los derechos individuales para evitar que el mando se apiñe en líderes populistas que buscan perpetuarse en el poder.

Lo que vemos en Venezuela es un claro ejemplo de estas preocupaciones filosóficas. Endosamos nuestros derechos a las mascotas para defender a perros y gatos. Las manipulaciones institucionales han permitido que un régimen autoritario se perpetúe bajo la fachada de un gobierno representativo. La insistencia de Maduro en que su administración representa el "bien común" no es más que una táctica para justificar su autoridad ilimitada y reprimir cualquier disidencia. La falta de pruebas claras de su victoria y la negativa a permitir una auditoría independiente revelan la farsa a la que somete a su pueblo.

Lamentablemente, Colombia parece estar transitando un camino similar bajo el mandato de Gustavo Petro. Este Man ha mostrado una preocupante tendencia a desestimar la importancia de la separación de poderes. Sus constantes contradicciones entre lo que dice y lo que hace generan desconfianza y preocupación para todos. Además, su admiración manifiesta por Hugo Chávez, como si fuera Maluma, Justin Bieber o una estrella de pop coreano, es un indicio alarmante de hacia dónde podría dirigirse Colombia. Más ahora que, como si jugaran "espaditas", Nico también idolatra a Gus como si fuera Chuck Norris. La defensa del interés público como justificación para aglomerar poder es un patrón que hemos visto antes y que termina, frecuentemente, en la erosión de las libertades individuales y el Estado de derecho.

Es irónico observar como líderes de izquierda prometen erradicar la ignorancia, el sufrimiento y la corrupción. Sin embargo, estos problemas suelen agravarse bajo sus mandatos. La paradoja es evidente: aquellos que se presentan como salvadores terminan perpetuando los males que prometieron erradicar. Esto coincide con la reflexión de Ernesto "Che" Guevara, quien creía que una sociedad educada sería más difícil de engañar. Pues les tengo un secreto; incluso personas educadas pueden ser marraneadas por la propaganda. Cualquiera puede terminar atrapado en la maquinaria política que utiliza la manipulación para sostener un régimen. Pobre Che, resultó ser el más ingenuo de todos los socialistas y su ignorancia ha ocasionado más muertes que la lepra.

Este desenlace subraya la importancia de una ciudadanía crítica y bien informada, que no se deje llevar por discursos demagógicos y busque siempre la verdad detrás de las promesas políticas. La educación no tiene valor si no se acompaña de autonomía de pensamiento. La tenebrosa situación de la democracia en Venezuela es una advertencia. No permitamos que la mentira y el autoritarismo se disfracen de gobierno representativo.

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