ir al contenido

Del tributo, el mapalé y los terraplanistas

‼️ Envianos tu denuncia o noticia
Versión Beta Reportar error

Resumen

El artículo critica las creencias terraplanistas y la negación de la evidencia por parte del grupo del político Gustavo Petro. Señala que estos comportamientos, al igual que incrementar el gasto público y gravar con más impuestos, son perjudiciales para el país.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Espacio Publicitario
+ Google Noticias
+ Canal WhatsApp

De todas las teorías conspirativas, la más ridícula es, quizás, la de los que creen en que la tierra es plana. Y es que la creencia terraplanista resulta absurda por varias razones fundamentales que han sido respaldadas por la ciencia y la observación, pero que los necios seguidores insisten en rechazar. Es desesperante verlos contraargumentar y recusar todo lo que está estudiado y grabado como si fuera una mentira que conspira y embrutece a todos los que sabemos que la tierra es redonda.

Pues lo mismo pasa con Gustavo Petro y su grupo de “terraplanistas”, o lo más cercano que hay a ellos, que niegan las marchas, los videos, fotografías y hasta los comentarios y confesiones hechas por su propio hijo y su nuera, no bajo amenaza, sino voluntariamente. Desprestigian las personas, denigran de las instituciones y desconceptúan la economía. Difaman la fe y desautorizan a la ciencia de las encuestas. Impugnar la evidente muestra de oposición presenciada en las marchas, es equivalente a negar la curvatura de nuestro planeta. Unos increpan a la NASA, los otros a los medios de comunicación.

¿Pero, ustedes saben por qué es imposible persuadirlos de lo contrario? La respuesta es sencilla: porque no se puede convencer a un idiota de que es idiota, si él ya sabe que es idiota. Mientras esa economía, la de “hacerse el güevón o la güevona”, genere ingresos, siempre habrá alguien a quien seguir estafando. Eso pasa con los terraplanistas y los petristas. Niegan cualquier prueba, no porque ignoren que las marchas fueron inmensas, sino porque saben que aceptarlo es dejarlos sin su latrocinio que exprimen del tributo que pagamos. Sin embargo, en ambos casos, la resistencia a aceptar evidencia y argumentos sólidos es una combinación de factores psicológicos y sociales.

Es importante referirnos a los impuestos con los que pagamos a estos sinvergüenzas; militantes que siempre han buscado agrandar el Estado con cuotas burocráticas y oficios inútiles que terminan quebrando cualquier economía. Que no se nos olvide nunca que el Estado no tiene otra fuente de dinero que no sea el que la gente gana por sí misma. Si el Estado quiere gastar más, solo puede hacerlo endeudándose con nuestros ahorros o gravándonos más impuestos. No sirve de nada pensar que alguien más pagará, ese "alguien más" somos nosotros. No existe tal cosa como dinero público; solo existe el dinero de los contribuyentes.

La prosperidad no llega inventando programas de gasto público cada vez más lujosos. Con un ministro derrochando miles de millones en aviones privados, una vicepresidenta haciendo mercado en helicóptero y una primera dama paseando por el mundo, en primera clase, para bailar el mapalé. Nadie se hace más rico pidiendo otra tarjeta de crédito al banco. Ninguna nación ha prosperado más al gravar a sus ciudadanos por encima de su capacidad de pago; tampoco un matrimonio, un hogar. Tenemos el deber de asegurarnos de que cada centavo que recauden en impuestos se gaste sabia y adecuadamente.

No obstante, es imposible con este gobierno, o con cualquier gobierno progresista. Es falso lo que dice el presidente que “Colombia los necesita”. Es mentira que Colombia debe romper la regla fiscal y gastar más en ministerios inservibles. Tampoco en reformas destructivas o en embajadas satélites que se vuelven burdeles de embajadores periqueros para que no hablen. Colombia necesita libertad para trabajar, producir e invertir. Para trabajar se necesita salud, para producir se requiere de comodidad y para invertir toca educarse. Ahí comienza el cambio: primero se trazan las metas, luego el “cómo” ejecutarlas. Eso hace cualquier buen administrador. Pero mientras haya personas desmintiendo que la tierra es redonda y negando que este gobierno progresista es un fracaso, con toda la evidencia que se tiene, pues nos tocará seguir lidiando con idiotas.

Más reciente

Accesorio imprescindible de la higiene

Accesorio imprescindible de la higiene

El bidé, común en muchos baños, se originó en la Edad Media. Se usaba para higiene íntima y, curiosamente, como método anticonceptivo. A pesar de sus usos variados, su popularidad decayó con la introducción de la ducha y el baño moderno.

Miembros Público