Resumen
María Patricia Ariza, jurista y escritora, explora en su libro las múltiples violencias que enfrentan mujeres y menores en Latinoamérica, destacando el arraigo del machismo y las barreras judiciales. Busca visibilizar estos problemas y fomentar un cambio social y legal efectivo.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Las Violencias contra las Mujeres y Niños, Niñas y Adolescentes en Colombia, América Latina y el Caribe
Durante los eventos que conmemoraron el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en Bucaramanga, la Jurista María Patricia Ariza realizó un conversatorio sobre su libro en el cual detalla cada uno d ellos tipos de violencias a las que son sometidas las mujeres en Latinoamérica.
María Patricia Ariza Velasco es una destacada abogada santandereana, exmagistrada y ahora docente de postgrados. Es escritora y como experta en derecho, en el estudio de las violencias de género.
Se ha convertido en una escritora asidua. Ya cuenta con cinco libros y prepara otros tres para editarlos el próximo año. Recuerda que cuando decidió escribir su primer libro que fue ‘Derecho y la Mujer Ayer y Hoy’, supo que tenía que seguir con más publicaciones.
Todo debido al pensamiento de Santo Tomás de Aquino, porque es egresada de la Universidad Santo Tomás, y obviamente, estudió sobre el pensamiento tomasino y alguna vez leyó que él dijo: “la persona que escribe un solo libro no es confiable”, entonces, desde ese momento tuvo claridad que debía escribir más libros para quitarse de sus espaldas ese lastre que viene de Santo Tomás.
Una de sus obras más recientes y la cuarta de su cosecha es Las Violencias contra las Mujeres, Niños, Niñas y Adolescentes en Colombia, América Latina y el Caribe, es un análisis exhaustivo de las diferentes violencias que enfrentan las mujeres vulnerables, de todas las edades, vulnerables en la región y saca a la luz tanto las formas más evidentes como las invisibles de agresión.
María Patricia Ariza Velasco dialogó con Diario EL FRENTE y en esta entrevista, profundiza en su obra, los desafíos del sistema judicial colombiano frente a la violencia de género, y su perspectiva sobre el feminismo y la sociedad latinoamericana.
Doctora María Patricia, al escucharla en su exposición y la presentación de su libro, nos damos cuenta de que las violencias contra las mujeres son diversas, pero hay muchas que son invisibles o tan visibles que la sociedad se hace "la de la vista ciega" frente a ellas. ¿Por qué considera que en los países latinoamericanos este fenómeno se agrava?
“En primer lugar, es cierto que la violencia contra las mujeres y los niños, niñas y adolescentes es un problema global. Sin embargo, en Latinoamérica, el machismo se encuentra profundamente arraigado en nuestra historia y cultura, lo que intensifica las formas de violencia que sufrimos. Este es un tema ancestral, que no ha sido tratado adecuadamente por generaciones. El machismo está presente en la vida cotidiana, en la familia, en el trabajo y en la política. Pero, lo que resulta más preocupante es que, en muchas ocasiones, estas violencias son tan evidentes, tan ruidosas, que nos acostumbramos a ellas y las aceptamos como ‘normales’. El problema es que muchas veces, cuando tratamos de visibilizarlas, nos encontramos con barreras sociales y judiciales”.
En su libro menciona que, a pesar de las leyes existentes, muchas veces las mujeres no reciben el apoyo necesario por parte de las autoridades. ¿Cómo observa el acceso de las mujeres a la administración de justicia en Colombia?
“La ley en Colombia, contra la violencia existe, y de hecho, tiene avances importantes, pero en la aplicación de la misma es donde radica el verdadero desafío. En muchos casos, las denuncias de las mujeres terminan siendo ignoradas o mal manejadas por los funcionarios encargados. En mi libro, dedico un capítulo al acceso a la justicia, porque lo que hemos observado es que las mujeres que buscan justicia a menudo son víctimas de más violencia, esta vez institucional. Hay jueces de familia, comisarios y defensores que, lejos de protegerlas, las revictimizan, las agreden emocionalmente o simplemente las despojan de su derecho a la justicia con su falta de compromiso. Es un círculo vicioso, las mujeres se sienten desprotegidas por el sistema judicial y eso genera desconfianza”.
Usted menciona que la administración de justicia en Colombia se ve marcada por la lentitud y la falta de solidaridad de las autoridades. En su experiencia como magistrada, ¿cómo impactó esa realidad en su trabajo?
“Fue una experiencia que me mostró la dura realidad de la justicia en Colombia. A pesar de que los juzgados están saturados, los funcionarios no tienen la conciencia social necesaria para priorizar casos urgentes, como los de violencia de género. Durante mi tiempo como magistrada, logré producir más de 500 sentencias en un solo año, lo cual es un trabajo significativo, si consideramos que sólo contaba con un pequeño equipo de apoyo. Mientras tanto, muchos de mis compañeros no lograban ni siquiera el promedio de 170 decisiones anuales. Me gané muchas animadversiones. ¿Por qué? Porque trabajaba mucho. Porque no pensaban en las personas detrás de los casos, no priorizaban el bienestar de las víctimas. Esto muestra la falta de planificación, la inercia y la falta de voluntad política para resolver estos problemas”.
“Usted también habla de la falta de solidaridad social frente a la violencia de género, ¿cómo se puede cambiar esta mentalidad?
“Cambiar la mentalidad requiere una educación profunda y un compromiso serio con la justicia social. En mi caso, mis padres fueron los que me enseñaron la importancia de servir a la comunidad, de ser disciplinada y de luchar por lo que es justo. Pero, lamentablemente, hoy la sociedad está más interesada en la inmediatez que en la solidaridad. Lo que necesitamos es un cambio de conciencia, tanto a nivel individual como colectivo. La violencia debe ser entendida como una responsabilidad compartida, no sólo como un problema que le corresponde resolver a las mujeres o a las instituciones. Si no logramos cambiar la mentalidad y la actitud de la sociedad ante estos problemas, la violencia seguirá en medio de nosotros”.
A lo largo de su carrera, ¿qué momento fue clave para decidir escribir sobre las violencias que aborda en su libro?
“Este es mi cuarto libro, pero en realidad, es la continuación de uno anterior que escribí llamado ‘Derecho y Mujer, Ayer y Hoy’. Ese libro fue el comienzo de un proceso que me permitió profundizar en las problemáticas de género y violencia. Cuando salí de la decanatura en 2020, comencé a organizar mis investigaciones y recopilar material para este nuevo libro. La motivación principal fue la necesidad de visibilizar las violencias que, aunque son obvias, a menudo no reciben la atención que merecen. Además, me di cuenta de que muchas veces los funcionarios judiciales y administrativos desconocen la magnitud de estas violencias, lo que agrava aún más la situación”.
Al escribir este libro, ¿se sintió rechazada, obstaculizada o enfrentó algún tipo de resistencia?
“Sí, claro. Cuando intenté que un magistrado de la Corte Suprema de Justicia escribiera el prólogo, me dejó a la espera de su respuesta durante meses. Al final, tuve que buscar a otro prologuista. En cuanto al lanzamiento del libro, también me encontré con resistencias. Por ejemplo, cuando traté de presentar el libro en la Gobernación, el asesor político me trató con desdén, incluso cuestionó otro libro que le presenté el cual es una mirada holística del derecho en la narrativa de Gabriel García Márquez en coautoría con mi hermana que es docente en Estados Unidos. Este señor empezó a hacerme un examen, como el libro está basado en la obra de Gabriel García Márquez, sobre los cuentos viejos. Me dijeron que él era misógino. Fue un momento muy doloroso, pero también me reafirmó que las mujeres que escribimos sobre estos temas, especialmente en un contexto tan machista, a menudo somos descalificadas o ignoradas”.
El libro contiene unos veinte tipos de violencia, ¿cuál ha sido el tipo de violencia que más le ha impactado?
“La violencia epistémica es una de las que más me impacta. En algunas universidades, las investigaciones de las mujeres son descalificadas a menos que vayan acompañadas de un hombre. Además, no sólo se da en el ámbito académico, sino también en el arte y la literatura. Por ejemplo, en la filosofía, el pensamiento de grandes figuras como René Descartes no es de él, se lo apropio de manera injusta de Santa Teresa de Jesús. Esta violencia simbólica tiene un gran impacto porque niega el aporte intelectual de las mujeres”.
¿Cuál es la intensión de visibilizar estos tipos de violencia de género y qué espera lograr con este libro?
“Mi mayor deseo es que este libro sirva como una denuncia, pero también como una herramienta práctica. Quiero que se identifiquen las violencias y que, a partir de allí, se apliquen las leyes que tenemos. La idea es que no se quede sólo en lo teórico, sino que inspire una acción concreta para combatir las violencias. Es un llamado a la conciencia colectiva para que se tomen medidas efectivas, no sólo en el papel, sino en la práctica.