Dicen que tú y yo estamos locos

Resumen

En la historia, la locura pasó de ser un concepto socialmente inaceptable a entenderse clínicamente como trastornos mentales. Grandes figuras vistas como "locos" impulsaron cambios significativos, destacando la importancia de ser diferente.

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Dicen que tú y yo estamos locos

Por: Doris Ortega Galindo

Es muy común, en nuestro trasegar caribe, escuchar de manera ligera y desparpajada frases como: “estás loco” “pareces loco” o “te has vuelto loco”, cuando se quiere resaltar con humor y quizá con cierto sarcasmo, actitudes que pueden parecer extrañas, fantasiosas o quijotescas, para el común de los mortales.

Y no puedo evitar recordar a Don Quijote de la Mancha, que de loco tenía muy poco, ya que más bien articulaba de forma prodigiosa como en cualquier vida humana, sus dos componentes fundamentales, realidad e idealidad, discreción y locura.  No deberíamos olvidar que don Quijote recibió el calificativo de "ingenioso", no el de "loco".

¿Pero que es la locura?: “La locura consiste en una patología o perturbación de las facultades mentales”. También se define como “privación del juicio o del uso de la razón”. (Manual de Psiquiatría General, autor Antonio Lobo, Editorial Médica Panamericana). Hasta fines del siglo XIX, se entendía por locura cualquier conducta que se apartara de lo esperado socialmente, es decir, que no cumpliera con las normas establecidas. Esta interpretación se basaba en la idea de que esos comportamientos eran causados por un desequilibrio psíquico.

Por fortuna, la concepción de la locura ha evolucionado considerablemente, influida por las ideas filosóficas, religiosas y científicas de cada época. En la actualidad, el concepto ha sido reemplazado en el ámbito clínico por términos más específicos, como “trastornos mentales” o “trastornos psicológicos”. No pretendo, inmiscuirme en terrenos ajenos a mi tenor profesional, pero es dable precisar que, como abogada penalista, ha sido necesario, estudiar sobre estos temas, dado el contexto y las circunstancias humanas, donde se desarrollan los delitos.

En virtud de lo antes expuesto, entonces es lógico concluir, que no es de buen recibo, todo aquel epíteto, remoquete o señalamiento precipitado acerca de la “locura” que pueda padecer alguien por el simple hecho de no actuar como la mayoría de las personas. El atreverse a soñar despierto, a rebelarse contra sistemas injustos o a construir quimeras, siempre van a molestar a aquellos personajes encorsetados, rutinarios y temerosos de los cambios.

Hay que reconocer que los grandes locos, de la humanidad han sido los dinamizantes de las colosales transformaciones en la historia, por ejemplo, un Bolívar atravesando los Andes a lomo de mula; un Buda o un Jesús que se atrevieron a rebelarse contra religiones o costumbres. En el campo femenino las más locas e incomprendidas: Hipatia de Alejandría y Juana de Arco.

Me quedo con esta frase, de Paulo Coelho: “Entre la locura y la normalidad, que en el fondo son lo mismo, existe un estado intermedio: se llama ser diferente, y la gente tiene cada vez más miedo de ser diferente. Lo que perturba es el riesgo de ser diferente y el horror de ser igual”.

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