Dios las crea, el hombre las maltrata

Por: Reynaldo Pérez. Existen historias de la mitología griega que hablan con orgullo de héroes griegos que son semidioses, (hijos de mortales y dioses del olimpo), una de estas historias es contada por el poeta Romano Ovidio, la historia de Medusa es un relato trágico, donde una bella mujer, es condenada por su belleza al ser seducida por el dios Poseidón, su historia es mucho más conocida por su muerte a manos del semidios y héroe griego Perseo, que la decapitó con la ayuda de los dioses Hermes y Atenea.

Medusa fue violada por el dios Poseidón en el templo de la diosa Atenea, la victima de esta historia tenía una hermosa cabellera, la diosa de la guerra en represaría por haber profanado su templo convirtió la hermosa cabellera de Medusa en serpientes, condenándola a no poder ver a los ojos a ningún otro hombre, quien fue una de las mujeres más hermosas del mundo helénico, con una belleza comparable con el de las diosas olímpicas, mujer maltratada y víctima de violación, fue condenada a ser el monstruo decapitado de esta historia violenta.

La historia de la humanidad esta llena de casos como el de la mitología griega, suena cómico, pero al igual que Medusa siglos después una mujer victima de violencia de genero o intrafamiliar, no encuentran una red de apoyo eficiente, esa es la realidad, en nuestra sociedad seguimos idealizando héroes y caudillos, no somos capaces de ser fraternos como sociedad con una víctima, este es un fenómeno sistemático que creció de forma desbordada con el conflicto armado interno de este país, las mujeres de los territorios rurales son tratadas como botín de guerra, imperando la indiferencia de la sociedad frente a los repetitivos casos de maltrato a una mujer.

Las cifras de violencia intrafamiliar y de genero son alarmantes en una ciudad que tiene adjetivo de mujer, “La ciudad Bonita”,  sin contar el subregistro de víctimas,  quienes no tienen acceso al sistema de justicia, o en primera instancia, acceso a las comisarías de familia de la ciudad, quienes no tienen la oportunidad de denunciar un hechos victimizantes, empiezan a ser parte de las cifras de impunidad, se ve como maña vieja de la administración, que la ruta de atención a una mujer violentada sea ineficientes, en la mayoría de casos el primer respondiente de un caso de violencia de género, es el celador de la comisaria de familia, que es el primero que le pregunta a la víctima diciendo ¿Qué fue lo que le paso?.

Es posible que el problema ya este desbordado la capacidad de respuesta de las ocho comisarías de familia con las que cuenta la ciudad, el paso que debe dar adelante la actual administración es el del fortalecimiento institucional, y eso solo se hace con inversión y fortaleciendo sus líneas de inversión en el nuevo Plan de Desarrollo Municipal; un enfoque etnológico en una sociedad plurinacional para que la ciudadanía confié en el sistema y empiece a denunciar, deben tener funcionarios idóneos, no que el primero que la atienda sea el celador de la comisaria de familia haciendo la selección de los casos que deben ser atendidos.

Desafortunadamente el sistema de atención de las comisarías de familia, según las denuncias hechas en plenaria del concejo de Bucaramanga por distintas organizaciones sociales que velan por los derechos de las mujeres, al igual que la historia de Perseo y Medusa, les dan prelación a los intereses del victimario, y como la ya conocida historia de violación de la dama de cabellera hermosa convertida en monstruo de cabellera de serpientes, la justicia abandona a las víctimas.