Efraín Cepeda Sarabia: el conservador que derrotó a Petro en el Congreso y ahora busca derrotarlo en las presidenciales
Resumen
Efraín Cepeda, una figura emblemática del conservatismo colombiano, lanza su precandidatura presidencial con el objetivo de derrotar a Gustavo Petro, tras haberlo vencido varias veces en el Congreso. Su campaña se centra en revitalizar el Partido Conservador y retomar el poder.
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Efraín Cepeda, el político que dice haber enfrentado y vencido a Petro “ocho veces”, asume ahora su desafío más grande: hacerlo en las urnas. En su voz se mezcla la nostalgia del conservatismo clásico con la firmeza de quien se niega a retirarse de la política. “Este es un punto de quiebre para la democracia”, afirma. Desde Bucaramanga, bastión de la derecha, el senador lanza un mensaje claro: el Partido Conservador no solo quiere sobrevivir al petrismo, sino regresar al poder.
Por Camilo Ernesto Silvera Rueda - Redacción Política / EL FRENTE
A sus 70 años, con más de tres décadas en el Congreso y nueve periodos consecutivos como senador, Efraín Cepeda Sarabia encarna una de las figuras más experimentadas del conservatismo colombiano. Ahora, este veterano dirigente (tres veces presidente del Directorio Nacional Conservador y dos veces presidente del Congreso de la República) se lanza a la arena presidencial con una promesa que resume su cruzada política: “Derrotar a Gustavo Petro en las urnas, como ya lo derroté siete veces en el Congreso y una en las Cortes”.
El dirigente barranquillero, conocido por su tono vehemente y su disciplina partidista, recorre el país promoviendo su precandidatura dentro del Partido Conservador Colombiano, organización que según él “debe dejar de ser un partido de acompañamiento y volver a tener vocación de poder”.
Del empresariado al Senado
Cepeda recuerda con orgullo sus orígenes en el sector privado. Antes de llegar al Congreso, fue empresario inmobiliario, presidente de la Federación Nacional de Lonjas de Propiedad Raíz y del Comité Intergremial del Atlántico. Desde esa posición, afirma, “le quitó de las garras a la clase política las empresas públicas municipales de Barranquilla” y promovió la creación de la Triple A, empresa que transformó el servicio de agua potable en la capital del Atlántico.
Su salto a la política se dio en 1991, cuando la Asamblea Nacional Constituyente acortó el período legislativo y el pastranismo convocó una lista nacional. “Me invitaron por dos años y medio, pero una cosa llevó a la otra, y aquí estoy, nueve elecciones después”, resume.
Efraín Cepeda enfatiza que su decisión de lanzarse a la Presidencia no fue producto de un cálculo político, sino de la presión de las bases. “Me lo pedían en los aeropuertos, en las calles, en las redes sociales. No pensaba aspirar, pero los colombianos me impulsaron”, dice.
Su aspiración surge tras una intensa labor opositora al gobierno de Gustavo Petro, al que acusa de “despreciar al sector privado, desordenar al Estado y desconocer a la familia como núcleo de la sociedad”. En sus palabras, el actual mandatario representa “la antítesis del ideario conservador”.
Durante su presidencia del Congreso, Cepeda asegura haber “derrotado siete veces” las iniciativas más representativas del petrismo: reformas políticas, tributarias y de salud, así como los decretos de consulta popular que calificó de “instrumentos politiqueros”. Incluso se atribuye la octava derrota del presidente, cuando el Consejo de Estado suspendió el decreto con el que Petro insistió en revivir una consulta ya negada por el Senado.
Propuestas: juventud, seguridad y economía
El precandidato conservador dedica buena parte de su discurso a la juventud, un segmento que busca reconquistar. Asegura que el gobierno actual les ha “hecho conejo” al eliminar el subsidio a la tasa de interés del ICETEX y al incumplir la promesa de crear 500.000 nuevos cupos de educación superior.
Cepeda plantea restituir ese subsidio, ampliar la oferta de educación pública y fortalecer un sistema mixto que combine universidades oficiales y privadas. Propone un modelo escalonado de formación (técnica, tecnológica y profesional) que facilite la empleabilidad y la movilidad educativa. “Solo el 30% de los jóvenes de colegios públicos acceden a la universidad; hay que cerrar esa brecha con formación técnica y tecnológica de calidad”, afirma.
Para Cepeda, la llamada “paz total” de Gustavo Petro es “un embeleco que tiene al país arrinconado”. Sostiene que en más de 600 municipios los ciudadanos viven confinados mientras los grupos armados “patrullan con impunidad”.
Su fórmula es clara: “A los 30 segundos de posesionarme, terminaré con ese experimento sin método”. Propone desatar las manos de las Fuerzas Militares, aumentar su presupuesto y retomar la ofensiva contra el narcotráfico y las estructuras criminales.
“No vamos a negociar con narcotraficantes”, insiste. Solo habrá diálogo con organizaciones que demuestren voluntad real de paz, con tiempos y condiciones verificables. “En este gobierno, los bandidos están en la calle y los ciudadanos en sus casas; en el mío será al revés”, sentencia.
Economía sin más impuestos
El candidato del Partido Conservador promete hacer “la antítesis económica del petrismo”. Propone garantías jurídicas de 10 años para los inversionistas, atraer capital privado para infraestructura y vivienda, y reactivar el empleo formal.
Asegura que con crecimiento sostenido del 5% del PIB no serán necesarias nuevas reformas tributarias. “Le hundimos una de 12 billones y vamos a hundir la nueva de 16. No vamos a permitir que se grave la canasta familiar ni la gasolina de los estratos bajos”, prometió en Bucaramanga, ante el director de la cadena de la Cordialidad, Rafael Serrano Prada.
Cepeda se distancia de otros aspirantes de la derecha o el centro. Según él, la diferencia es que “ninguno ha derrotado a Petro”. Su oposición, asegura, no es de ocasión sino de principios. “Soy conservador de convicción. He tenido ofertas para cambiar de partido, incluso de una vicepresidencia, y siempre respondí: yo hago lo que diga mi partido”, subraya.
Defiende un conservatismo basado en el orden, la familia, el emprendimiento y la defensa de la institucionalidad. Para él, el reto no es solo electoral sino moral: “El Partido Conservador tiene más de dos millones de votos. Si cerramos filas, podemos derrotar al petrismo en primera vuelta”.