Resumen
El autor reflexiona sobre el Día de la Madre y el Día del Enfermero, ambos celebrados el 12 de mayo. Se destaca la importancia de valorar y honrar a nuestros seres queridos mientras están vivo, en lugar de aferrarse a recuerdos dolorosos.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Claudio Valdivieso
El pasado Día de la Madre me puse en la curiosa tarea de escarbar mi famosa caja de cachivaches y sorprenderme como siempre, pero esta vez decidido a sacar unas cuantas viejeras para elegirles un destino final entre el reciclaje y la basura. Unas tantas de esas cosas apenas daban para reciclar, y otras pocas, ya estaban convertidas en lastres de recuerdos suficientes para contaminar de tristezas hasta el carro del aseo. “A veces, nos aferramos a recuerdos que solo sirven para botarlos, eso sí, después de exprimirle una jugosa tajada de experiencia” y así evitar caer de nuevo en las mismas tentaciones, errores o circunstancias.
Ese día también se celebraba el Día Internacional del Enfermero, y con El Diario El Frente nos dimos la oportunidad de rendirles un sencillo reconocimiento, en un especial dedicado a todas esas personitas (enfermeros) que por vocación se dedican a enfrentar y servir en la compleja travesía de la salud. Esta vez, el mismo día, doce de mayo (de la madre), tuve el agridulce momento de “celebrar”, si se puede llamar así por la ausencia de mi madre, junto a la fortuna de homenajear a mi hija y sus colegas en una misma historia. ¡Qué vaina! ¡Surgió ambivalencia!
Definitivamente la aspereza de mi garganta tomó más fuerza para completar estas dos historias del “Dia de…” en una, pero el tema se fue complicando justo ahora en el momento de las bien o mal llamadas “celebraciones”, al encontrarme con miles de historias de familias que llevaron flores a sus madres para celebrarles ese día en sus tumbas. ¿Podríamos reflexionar sobre eso? ¡Es una imagen conmovedora!
Ahora que las circunstancias, modo y lugar dejarían de ser un cuento, descubro que ese día de la madre, del enfermero y mi propio día, reunió muchas emociones además de las tantas que guarda mi cajita de cachivaches, la dichosa cajita que cada vez que intento alejar más de mi memoria, despierta la tentación de escarbar en ella y pensar para soñar con la absurda idea de modificar esas historias al día de hoy, con los personajes que ya tomaron el rumbo eterno, y que sus nombres quedaron grabados en significativos detalles, qué, a propósito, entre esos, hay algunos estorbosos, otros voluminosos y unos muy pequeños pero intocables.
Resulta, que cada vez más me complica la absurda idea de imaginar cómo serían las cosas si ellos estuvieran, pero igualmente, es inevitable pensar que cada día seremos más o seremos menos los comensales que compartamos el menú para celebrar el día de…
Como el propósito de los recuerdos que contiene la cajita de cachivaches no intenta eliminarlos sino de acomodarlos donde menos lastimen el alma, también es posible hacer buen uso de ellos para tenerlos como ejemplo y direccionar el bien para hacerlo mucho mejor, con quienes tenemos aun en vida y muy cerca de nuestros afectos.
El día de… debería ser siempre, el día de… dar gracias, abrazar, recordar, revivir, y expresar el cariño a todo, y a todos, es hoy. ¿Mañana qué?