El Manuscrito Voynich sigue desconcertando a los expertos
Resumen
El Manuscrito Voynich, hallado por Wilfrid Voynich en 1912, es un texto del siglo XV escrito en un idioma desconocido, repleto de ilustraciones de plantas no identificadas y diagramas extraños. A pesar de numerosos intentos, su verdadera naturaleza y propósito permanecen sin resolver.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
El Manuscrito Voynich, descubierto en 1912 por el comerciante de libros antiguos Wilfrid Voynich en un colegio jesuita de Italia, continúa siendo uno de los mayores misterios de la historia de la escritura. Datado por análisis de carbono en el siglo XV, este volumen de unas 240 páginas está escrito en un idioma desconocido y contiene ilustraciones de plantas inexistentes, diagramas astronómicos irreales y escenas enigmáticas con mujeres desnudas en estructuras tubulares de color verde.
El libro, actualmente custodiado en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos de la Universidad de Yale, ha resistido más de un siglo de intentos de descifrado por criptógrafos, lingüistas y científicos. Entre ellos, William Friedman, fundador de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA), dedicó tres décadas sin éxito a su interpretación.
Las investigaciones descartan que sea una falsificación moderna: la vitela, tintas y pigmentos corresponden efectivamente al siglo XV. Sin embargo, el propósito y la autoría del texto siguen sin resolverse. Algunos investigadores proponen que se trata de un lenguaje cifrado perdido, otros que es una lengua artificial para ocultar conocimientos médicos o alquímicos. En 2018, un análisis informático sugirió vínculos con el hebreo antiguo, aunque sin conclusiones definitivas.
Las teorías sobre su origen incluyen nombres célebres como el alquimista inglés Roger Bacon, el astrólogo John Dee o incluso la posibilidad de que el propio Voynich lo hubiese falsificado. Más extravagantes aún son las hipótesis que lo atribuyen a seres extraterrestres.
El manuscrito también contiene una carta de 1665 firmada por Johannes Marcus Marci, físico del Sacro Imperio Romano Germánico, en la que se menciona que uno de sus dueños intentó sin éxito descifrarlo y terminó suicidándose, lo que refleja la magnitud del enigma.
A lo largo de los años, botánicos, historiadores y hasta expertos en inteligencia artificial han intentado descifrarlo sin éxito. El Manuscrito Voynich se mantiene como un desafío intelectual sin resolver, un testimonio del ingenio humano que, hasta hoy, conserva intacto su aura de misterio.