Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Christian Ayola
El discurso del presidente del pasado miércoles despertó en mí una curiosidad compulsiva, la mañana siguiente empaqué maletas y salí en el primer vuelo para Bogotá con la quijotesca misión de encontrar a Pegasus cualquiera que fuera su ubicación. Una vez en la capital, recorrí todas las dependencias referenciadas en el discurso, sin encontrarlo; no estaba en la UIAF, ni en la DIPOL, ni en la DIJÍN, tampoco en la DNI, ni el Ministerio de Hacienda; aprovechando los contactos de un amigo senador, finalmente logré que en Palacio me atendiera Laura Sarabia, lamentablemente Laurita tampoco sabía nada.
Quedé muy preocupado, porque la denuncia del presidente tenía un alcance de suma gravedad para la democracia colombiana. Localicé amigos de la Comunidad de Inteligencia en Europa, incluso uno residenciado en Polonia que había trabajado para la antigua KGB, todos lo relacionaban con Quimera, dijeron que era una figura de alta peligrosidad, de verdad no sabía en qué me estaba metiendo; finalmente, un general colombiano retirado, asilado en Canadá por razones de seguridad, me contó acerca de un tal Belerofonte, un tipo tan creído y ambicioso como violento, que le había dado muerte a Quimera, ahí sí, se me puso la piel de gallina. Un colega que ejerce en Tal Aviv y hace parte del Mosad me dijo que se trataba de una fantasía que comenzó en Grecia en los albores de la humanidad culta.
Pegasus, una historia tan antigua como terrible, de la que encontré ilustraciones regadas por todos los confines del mundo; la representación pictórica más bella la hallé en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Río de Janeiro, un cuadro de Jan Boeckhorst de 1675; y la más antigua, un grabado del año 425 A. C., reposa en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
Pegasus era hijo de Medusa, aquella mujer abusada sexualmente quien se convirtió en el monstruo más terrible que hemos podido imaginar, que solo con la mirada convertía a los hombres en piedra. A ella Teseo le dio muerte, brillando su escudo, para que, al ver ella reflejada su cara, se paralizara y así poder cercenar su cabeza, de la sangre que brotó en ese momento salió Quimera, que al crecer se convirtió en un monstruo peor que su madre; finalmente, en un cuento muy largo que supera este espacio, Belerofonte acabaría con este monstruo, montando a Pegasus, el caballo alado de Zeus.
No sé cómo se inspiraron los griegos para que sus mitos sirvieran incluso para interpretar metafóricamente la realidad colombiana contemporánea. No alcanzo a explicarlo, pero es claro que Pegasus constituye un mito intemporal, de mucha utilidad, cualquiera que sea el propósito al utilizarlo.