El oficio que se está quedando sin herederos: alerta en el sector del cuero, calzado y marroquinería en Colombia
Resumen
El sector del cuero en Colombia enfrenta un desafío debido a la falta de relevo generacional. Las nuevas generaciones no muestran interés en aprender oficios como el de curtidores o aparadores, poniendo en riesgo la continuidad y el crecimiento de esta industria.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
El sector del cuero colombiano, a pesar de contar con una solidez financiera y un futuro prometedor hacia el exterior, tiene una profunda preocupación: se está quedando sin mano de obra de calificada debido a que no se está efectuado un relevo generacional que garantice la conectividad del sector en un futuro a largo plazo, debido al cambio de intereses en las nuevas generaciones. ¿Cómo enfrentar esta problemática? EL FRENTE conversó con Marcela Caicedo Ríos, quien nos contó cuáles son las estrategias para conquistar nueva fuerza laboral.
Por Camilo Ernesto Silvera Rueda - Redacción Política / EL FRENTE
En los talleres que alguna vez rugieron con máquinas de puntada rápida, olores de suela fresca y conversaciones cruzadas entre maestros curtidores y jóvenes aprendices, hoy se escucha un eco nuevo: el silencio de una generación que no llegó. Así lo advierte Marcela Caicedo Ríos, presidenta nacional de ACICAM, la asociación que desde hace más de dos décadas articula a los productores de calzado, marroquinería y accesorios de cuero en Colombia.

Su visita a Bucaramanga, corazón histórico del sector y territorio donde el oficio pasó de padres a hijos como un tesoro de familia, estuvo marcada por una preocupación que ya dejó de ser murmullo gremial para convertirse en amenaza estructural: el país se está quedando sin mano de obra calificada en la industria del cuero y el calzado.
La fotografía numérica del sector sigue siendo imponente. Más de 560.000 empleos directos e indirectos dependen de esta cadena productiva en Colombia, una cifra que refleja su carácter intensivo en mano de obra y su peso dentro del aparato productivo nacional. Santander, uno de sus bastiones, aporta 1.880 empresas formalmente registradas y cerca de 8.200 empleos directos, un tejido económico donde conviven pequeñas FAMI empresas, talleres tradicionales y fabricantes que han crecido de la mano de la producción artesanal.
Pero el brillo de esas cifras se empaña ante un fenómeno que se viene extendiendo, silencioso y persistente: los jóvenes ya no quieren aprender el oficio.
“Estamos enfrentando un reto enorme. Las nuevas generaciones no están interesadas en este tipo de trabajos que requieren tiempo, dedicación y un esfuerzo técnico para convertirse en maestros”, explica Caicedo Ríos. Y el problema no es exclusivo de su sector. Las confecciones, la moda y otras ramas manufactureras viven la misma deserción.
El resultado empieza a sentirse en la producción. Aunque en 2025 el consumo de calzado y marroquinería creció 5 por ciento en calzado y 4 por ciento en marroquinería entre enero y septiembre, respecto al mismo periodo del año anterior esa mayor demanda no se tradujo en un fortalecimiento pleno del sector.
“Este fue un año de transición. Muchas empresas venían arrastrando inventarios altos y tuvieron que liquidarlos con temporadas largas de descuentos. El consumo aumentó, pero eso no significa que la industria haya producido más”, explica la dirigente gremial. Y para producir más, agrega, no solo se necesita mercado. Se necesita gente que sepa hacerlo.

El enemigo silencioso: la falta de mano de obra calificada
Los talleres buscan cortadores, aparadoras, montadores, ensueladores, artesanos. La rotación es alta, la oferta es mínima y la demanda se multiplica. Los empresarios reportan tiempos de entrega más largos, imposibilidad de ampliar producción y dificultades para asumir nuevos pedidos.
Para Caicedo, el relevo generacional se quebró por varias razones:
• Cambios en las aspiraciones laborales de los jóvenes, más atraídos por la tecnología o por trabajos con menor curva de aprendizaje.
• Percepción de esfuerzo físico elevado, frente a un mundo laboral que ofrece alternativas digitales.
• Falta de programas de formación técnica alineados con las necesidades actuales del sector.
• Ausencia de campañas de valoración del oficio como patrimonio económico y cultural.
El panorama se agrava porque la industria requiere habilidades específicas que no se aprenden de un día para otro. Convertirse en maestro aparador, cortador o armador puede tomar años, y sin nuevos aprendices, la cadena se oxida.
Competencia asiática y contrabando
A la falta de mano de obra se suma un enemigo externo ya conocido, pero cada vez más agresivo: la entrada masiva de productos asiáticos, tanto por importación legal como por contrabando.
Caicedo lo llama competencia injusta: “No podemos competir con precios de plataformas como Temu o Shein, donde ingresan productos sin pagar impuestos ni aranceles”. ACICAM está dialogando con el Gobierno para establecer aranceles planos, revisar umbrales de valor y fortalecer la lucha contra la subfacturación y el contrabando abierto.
La combinación entre mano de obra escasa y competencia desleal deja a muchos fabricantes en un punto de quiebre: producir les cuesta más y vender es cada vez más desafiante.
El desafío de la internacionalización
Aun así, 2025 dejó señales de esperanza. Las exportaciones se mantuvieron activas y con destinos consolidados. Calzado: Ecuador, Estados Unidos y Costa Rica. Marroquinería: México, Estados Unidos y Perú.
La percepción de calidad del cuero colombiano en mercados internacionales sigue siendo un activo de enorme valor. “El futuro del sector está en exportar”, señala Caicedo, quien insiste en que Centroamérica y algunos países latinoamericanos siguen siendo plazas codiciadas para crecer.
La feria IFLS: escaparate, vitrina y catedral del sector
Si el sector quiere enamorar a los jóvenes, reconquistar al consumidor y recuperar dinamismo, ACICAM tiene un escenario que actúa como motor, vitrina y semillero: la Feria IFLS + EICI, que en febrero de 2026 cumplirá 25 años de funcionamiento ininterrumpido.
Con la expectativa de reunir 430 expositores nacionales e internacionales, la feria es considerada la plataforma de negocios más determinante de la industria. Allí conviven maquinaria, insumos, componentes, diseñadores, estudiantes, compradores de alto perfil y las marcas que buscan dar un salto en visibilidad.
Muchas empresas santandereanas crecieron gracias a esta feria. Muchas encontraron allí sus primeros clientes. Muchas aprendieron a leer las tendencias del mercado internacional desde sus pasillos.
Un llamado al consumidor
y a la identidad productiva
Al cerrar su visita a Bucaramanga, Caicedo deja un mensaje que es, más que una invitación, un recordatorio de responsabilidad colectiva:
“Hay que unirnos. Hay que concientizar al consumidor de la importancia de comprar colombiano. Cada par de zapatos o bolso hecho aquí representa el sustento de miles de familias”.
Su llamado tiene un telón de fondo histórico: si el relevo generacional no se activa, si el contrabando sigue entrando como agua por rendijas, si el talento joven no vuelve a enamorarse del oficio, el sector podría entrar en una fase de envejecimiento irreversible.
Colombia sigue siendo reconocida por la calidad de su cuero y su marroquinería. Pero ese reconocimiento será inútil si las manos que saben trabajar la piel se jubilan y nadie aprende a usar sus herramientas.
Tecnificar, cautivar a las nuevas generaciones, fortalecer la lucha contra el contrabando, impulsar la internacionalización, promover ferias y recuperar el orgullo del oficio: esa es la agenda urgente.
El futuro del sector del cuero, calzado y marroquinería depende, literalmente, de que no se pierda la tradición que ha sostenido a regiones enteras. Y aunque las cifras de consumo mejoraron en 2025, la verdadera prueba está en un terreno más profundo: el cultural. En transmitir un oficio antes de que se quede sin herederos.