El renacer de los anfibios en Santander
Resumen
La CAS conmemora el Día Internacional de la Protección de los Anfibios destacando la importancia de las especies endémicas en Santander, como la rana arlequín del Monito, redescubierta tras 40 años perdida, y la rana venenosa de Santander, como indicadores del equilibrio ambiental.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Un llamado a su conservación
La Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS) conmemoró el Día Internacional de la Protección de los Anfibios, exaltando la belleza y fragilidad de dos especies endémicas que habitan en los bosques andinos de la región: la rana arlequín del Monito (Atelopus monohernandezii) y la rana venenosa de Santander (Andinobates virolinensis).
Durante el acto, la CAS destacó la importancia de los anfibios como indicadores vitales del equilibrio ambiental. Estos pequeños guardianes silenciosos no solo controlan las poblaciones de insectos y sirven de alimento para otras especies, sino que, debido a la sensibilidad de su piel a contaminantes y cambios climáticos, actúan como centinelas naturales que advierten sobre el deterioro de los ecosistemas.
Una de las noticias más esperanzadoras anunciadas en la jornada fue el redescubrimiento de la rana arlequín del Monito, especie que no había sido avistada desde hacía más de 40 años. Endémica de Colombia y catalogada como críticamente amenazada, su hábitat se localiza en las inmediaciones del corregimiento de Virolín, en Charalá (Santander), cerca del Santuario de Flora y Fauna Guanentá. Recientemente, herpetólogos confirmaron su presencia también en la Serranía de los Yariguíes, un hallazgo que reaviva las esperanzas para su conservación.
Este anfibio diurno, de hábitos acuáticos y coloración variable, depende de quebradas de aguas limpias para su reproducción, lo que lo vuelve extremadamente vulnerable a la contaminación y a los cambios de uso del suelo. En los años 80, su población sufrió un dramático descenso debido a la quitridiomicosis, enfermedad infecciosa causada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, sumándose a las amenazas por deforestación y fragmentación del hábitat.

Una joya microscópica en los Andes
La CAS también resaltó el valor de la rana venenosa de Santander (Andinobates virolinensis), una diminuta joya de apenas dos centímetros de longitud, reconocida por su coloración rojo escarlata y su capacidad para sintetizar compuestos tóxicos como defensa natural. Esta especie, endémica de fragmentos de bosque en Santander, Boyacá y Cundinamarca, presenta hábitos terrestres y un desarrollo directo, lo que la hace especialmente vulnerable a los cambios ambientales y a la pérdida de conectividad entre los ecosistemas.
Ambas especies son símbolos de la riqueza biológica de los bosques andinos y reflejan la urgencia de reforzar las acciones de protección ambiental. “Cada anfibio que se extingue representa no solo una pérdida para la biodiversidad, sino también una señal de alerta sobre la salud de nuestros ecosistemas”, indicó la CAS durante la celebración.
