El respeto en democracia

Resumen

La reciente elección en Chile es significativa para la democracia. A pesar de diferencias ideológicas, hubo respeto mutuo. La actitud contrastó con la intolerancia en otros países, demostrando que un proceso democrático puede coexistir con el respeto.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Jose Gregorio Hernández
El respeto en democracia

La actividad política, los procesos electorales, las diferencias ideológicas -que son elementos propios de la libertad y la democracia- no deberían implicar enemistad, odio, amenazas, calumnia, violencia. Una verdadera cultura política debería permitir y auspiciar la controversia, el debate y la rivalidad, pero sin perjuicio del mutuo respeto.

Llamó nuestra atención lo ocurrido en Chile el pasado domingo, tras la divulgación de los resultados de las elecciones presidenciales. Triunfó el candidato de la derecha José Antonio Kast sobre la aspirante oficialista de izquierda, Jeannette Jara. Mientras en algunas calles de Santiago hubo manifestaciones de violencia, la candidata derrotada aceptó los resultados, felicitó al candidato ganador y hasta se reunió con él de manera cordial y amable. El presidente Gabriel Boric -también de izquierda- reconoció de inmediato la victoria de Kast, anunció el traspaso solemne del gobierno y expresó: “A pesar de las diferencias políticas, nos une nuestra gente”.

Esas manifestaciones fueron todavía más significativas si se tiene en cuenta la dolorosa experiencia de los chilenos durante los años de la dictadura de Augusto Pinochet, la conocida filiación del presidente electo y su entusiasmo ultraderechista. A ello se suma que José Antonio Kast, hijo de Michael Martin Kast Schindele, un exmilitar alemán que perteneció a la Wehrmacht, también está anunciando la búsqueda de acuerdos políticos con sus contrarios, en busca -según ha dicho- de un buen gobierno.

Es ostensible el contraste entre esas actitudes -que corresponden a una genuina democracia- y la intolerancia y polarización que se observa en otros países, que se dicen respetuosos de la democracia y la libertad. Ejemplos: recuérdese el asalto al Capitolio norteamericano, tras el triunfo de Joe Biden. En España, para saber cómo se desarrolla el debate partidista, es suficiente presenciar las insultantes sesiones que tienen lugar en el Congreso de los diputados, entre el PSOE -hoy en el gobierno- y los partidos Popular y Vox, que le son contrarios. Y ni para qué hablar de Venezuela o de Honduras.

Por lo que hace a Colombia, la polarización -impulsada por los más altos líderes- ha desbordado hace tiempo los límites de lo razonable. El respeto a las ideas contrarias o diferentes, la consideración de la dignidad de otros dirigentes y sus allegados, la sana exposición de los conceptos políticos…no existen. En su lugar, prevalecen las agresiones; las recíprocas ofensas y calumnias son cosa de todos los días, tanto en redes sociales y medios de comunicación como en discursos, entrevistas y hasta en la sede del Congreso.

Por ello, se han incrementado ostensiblemente las denuncias y las demandas de tutela, así como las decisiones judiciales que ordenan rectificación -en guarda del debido proceso, la honra, el buen nombre y la intimidad personal y familiar-, pues las publicaciones injuriosas o calumniosas, los audios y videos en cuentas y bodegas de unos y otros se han convertido en la regla general para la actividad política, sin debate o discusión en torno a ideas o programas. Afortunadamente, existen mecanismos judiciales contra eso, y deben ser utilizados.

Los candidatos y precandidatos, con una que otra salvedad, no dan buen ejemplo, y deberían hacerlo.

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por Jose Gregorio Hernández
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