El sueño infantil que transforma la comunidad a través del fútbol

En las calles de la Comuna 1 de Bucaramanga, donde el eco de un balón golpeando las paredes ha sido el sonido cotidiano de la infancia, germinó un sueño que hoy se viste de azul y blanco y pisa fuerte en la Liga Santandereana de Fútbol. Se trata de la Escuela UDES Fútbol Comunitario (UDES FC), un proyecto social, educativo y deportivo liderado por la Universidad de Santander (UDES), que hizo su debut oficial con la categoría Sub-7, marcando un hito en la historia del fútbol formativo de la región.

Con el respaldo institucional del Comité Académico de la UDES y la dirección del rector Patricio López Jaramillo, esta iniciativa, que va más allá de patear un balón, representa la materialización de un modelo interprofesional y comunitario que busca transformar vidas desde la infancia. El Estadio José Américo Montanini fue testigo de ese debut, cuando decenas de pequeños desfilaron orgullosos, vestidos con sus uniformes, ante la ovación de familiares, entrenadores y miembros de la comunidad universitaria. Fue una escena cargada de emoción y significado: por primera vez, los niños de Los Colorados no solo eran espectadores, sino protagonistas de su propia historia.

Más que fútbol: una escuela para la vida

La escuela nació formalmente en septiembre de 2024, pero su semilla fue plantada un año antes, cuando profesores de distintas áreas académicas de la UDES —como Salud Pública, Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Medicina Familiar, Bacteriología, Mercadeo, Comunicación Social y otras— decidieron unir esfuerzos para crear un espacio que ofreciera alternativas reales a los niños y adolescentes del barrio. Lo que comenzó como un semillero para ocupar el tiempo libre, se convirtió rápidamente en una estrategia integral que articula salud, educación, deporte y transformación social.

La coordinadora del Modelo Interprofesional de la Universidad de Santander (MIUDES), Sandra Patricia Ortiz Rodríguez, fue una de las impulsoras de esta idea: “Este es un paso más en nuestra misión de formar integralmente, no solo en las aulas, sino también en la transformación social”, afirma con convicción. La escuela cuenta con entrenadores profesionales, seguimiento pedagógico, atención psicológica, acompañamiento familiar y servicios médicos. Todo ello convierte a UDES FC en un laboratorio viviente de intervención comunitaria.

Un debut con orgullo y lágrimas de felicidad

Para los niños, participar en la Liga Santandereana no solo representa la oportunidad de competir, sino el cumplimiento de un sueño largamente anhelado. “Ver a mi hijo dentro del estadio, con los ojos brillando de emoción, fue indescriptible. La UDES está cambiando sus vidas”, dijo entre lágrimas Martha Janeth Olave, representante legal de la escuela.

Y no es para menos. La Liga reúne a las principales escuelas de fútbol infantil del departamento, y UDES FC, pese a su reciente fundación, ha llegado con paso firme. El director técnico, Edinson Salazar, asegura que la clave está en la disciplina y el enfoque formativo: “La idea no era solo entrenar por entrenar, sino llevarlos a un nivel competitivo con bases sólidas. Aquí aprenden a jugar, pero también a vivir mejor”.

Retos en la cancha y fuera de ella

Uno de los principales desafíos del proyecto ha sido la organización de las familias. Muchos padres trabajan largas jornadas, y los espacios deportivos en el barrio —como la Cancha de las Minas— presentan dificultades de seguridad y adecuación. Sin embargo, esto no ha detenido el entusiasmo. De 14 niños en 2023, hoy son más de 100 los que integran la escuela. El crecimiento ha sido exponencial, gracias al trabajo colectivo de profesores, voluntarios, estudiantes universitarios y líderes comunitarios.

La apuesta interprofesional también ha dado frutos dentro del hogar. “Mi hijo se esfuerza más en el colegio porque sabe que, si no cumple, no va al entrenamiento”, cuenta Paola Cartaya, madre de uno de los jugadores. La disciplina que aprenden en el campo se traduce en mejores hábitos de estudio, alimentación y convivencia.

Un modelo con proyección nacional

El proyecto ha despertado tanto interés que ya se contempla su expansión al campus de UDES Valledupar. No obstante, como señala Ortiz, uno de los principales retos es su sostenibilidad: “Este modelo requiere recursos, continuidad y compromiso. Por eso estamos buscando alianzas con empresas y promoviendo estrategias como el ‘plan padrino’, para apadrinar a un niño y apoyar tanto su formación deportiva como educativa”.

Desde su concepción, UDES FC ha involucrado activamente a los niños en la toma de decisiones. Fue a través de procesos participativos que eligieron el fútbol como su deporte preferido. “Escucharlos fue clave. Otras disciplinas no generaban la misma conexión emocional”, recuerda Ortiz.

Cuando la academia se compromete con el barrio

Uno de los aspectos más destacados de esta iniciativa es su capacidad de vincular la docencia, la investigación y la extensión universitaria en una sola causa: el desarrollo humano. La escuela no solo forma niños deportistas, sino también estudiantes universitarios que, desde distintas disciplinas, participan como entrenadores, promotores de salud o comunicadores del proyecto. “Aquí entendimos que la academia no puede estar de espaldas a la realidad social”, afirma Ortiz. La UDES ha asumido esta labor como parte de su responsabilidad institucional, demostrando que es posible innovar desde la empatía.

Este enfoque ha hecho que UDES FC se convierta en mucho más que una escuela de fútbol: es un modelo de innovación social que podría replicarse en otros contextos similares del país. En cada entrenamiento, en cada gol, en cada charla entre padres y entrenadores, se está sembrando una nueva manera de entender la educación y la comunidad.

La historia de UDES FC es una de esas que dignifican el papel del deporte como herramienta de transformación. Desde los barrios más vulnerables, un grupo de niños y niñas ha encontrado una plataforma para soñar, aprender y crecer. Y detrás de ellos, una universidad comprometida, un equipo interprofesional motivado y una comunidad que, por primera vez en mucho tiempo, vuelve a creer en sus hijos.