El tarjetón del 14: entre grandes estrategas e incultos
Por Rodrigo González Márquez*
Gran popularidad ha tomado la frase “el dato mata relato” en las últimas semanas en Bucaramanga. La competencia se la ha interpuesto aquella que dice “depende como se mire el dato”. Definitivamente en tiempos preelectorales el discurso lo aguanta todo, las frases y adagios están a pedir de boca, y la cultura se desnuda a pasos agigantados.
Peter Drucker, ese Austriaco considerado el gran filosofo de la administración, sostenía que “la cultura se desayuna a la estrategia”, sustentando que por más elaborada estrategia que establezcamos e implementemos, la cultura siempre terminará reinando en la comunidad; por ello, el foco debe ponerse en la cultura, y luego si se deben crear estrategias que logren intercomunicarse con la cultura formada.
Desde octubre hemos escuchado un sinfín de estrategias. Algunas para instaurar una “seguridad” sin precedentes; tenemos mal contadas siete propuestas de sistemas de transporte que auguran una interconexión perfecta y digna en toda el área metropolitana; y en el mismo sainete, escuchamos profecías heroicas que posicionarán la ciudad como modelo a seguir: grandes intercambiadores viales, iniciativas de educación bilingüe y técnica gratis, subsidios de toda índole, y más y más y más.
Podemos concluir sin pena, pero tampoco con gloria, que en materia de “estrategias” los candidatos han hecho grandes exposiciones, con discursos empoderados y aprendidos, palpables en sobremanera en cada debate o intervención mediática. Sin embargo, es precisamente en estos escenarios, los debates en vivo, donde la improvisación “pasa factura”. La improvisación no es otra cosa sino la reacción natural del ser humano ante determinada situación. Esta reacción es alimentada por lo aprendido en el trasegar de la vida: la educación recibida, los ejemplos vistos en personas cercanas, lo leído, y por supuesto, lo no leído; algo como lo que Freud llamó “las pulsiones”.
Sea como sea, por más vigilante o represión que le metamos a nuestro actuar, la cultura se impone, expulsando lo que pensamos y sentimos; es decir, la cultura termina devorándose a la estrategia.
En pasados días se dieron cita en un hotel de la ciudad 7 candidatos a la alcaldía. Escuchamos los mismos discursos, las mismas “estrategias”, el mismo “sainete”. Nada mal, pues se espera coherencia entre el dato, el relato, y el actuar, de parte de quienes quieren manejar administrativamente el ente territorial por los próximos dos años. En uno de los apartes se indagó por el tema de la violencia, en especial contra la mujer, pues hace poco se conmemoró el 25N (día internacional de rechazo a toda forma de violencia contra la mujer), además del reciente escándalo de uno de los candidatos en relación con ello. Fue en ese momento en que la coherencia se resquebrajó. Algunos de los 7 hombres se “descamisaron” al mejor estilo troglodita en contra de la única mujer.
Los agravios y altisonancias retumbaron en el recinto; con señalamientos y decibeles a tope, éstos gesticulaban alrededor del micrófono, acompañados del inquisidor dedo índice, llevándose por delante no sólo la integridad y dignidad de la entrevistadora, sino la decencia esperada por quienes asistíamos presencial o virtualmente. Pensando en Drucker, la “cultura” se terminó engullendo a manos repletas a la “estrategia” que hasta hace pocos minutos los candidatos exponían como solución salvadora. Nos queda solo citar aquella frase que reza: “Si así fue el desayuno, ¿cómo será el almuerzo?”.
Memento Mori: Este 14 de diciembre, el deber es alejarnos del guayabo moral. El día anterior, evite consumir embriagantes morales, y tome las decisiones con razón, conciencia, y una fe racional.
* Exdefensor Regional para Santander y Magdalena Medio. Docente y Consultor en manejo de conflictos. X: @rodrygonzalezma