Resumen
El valor de una persona reside en su coherencia entre promesas y acciones. El presidente colombiano Gustavo Petro ha fallado en mantener su palabra, incumpliendo varias promesas fundamentales que perjudican la confianza del pueblo en el gobierno.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Aprendí de mis mayores que la palabra empeñada vale más que cualquier documento escrito para establecer un acuerdo o hacer un negocio, que el hombre y la mujer valen lo que vale su palabra.
El valor de la palabra está en la coherencia entre lo que se enuncia o se promete y lo que en realidad se hace. Ser cumplidores de la palabra nos hace personas dignas de respeto, confianza y credibilidad porque hacemos lo que decimos y cumplimos lo que prometemos. Significa que somos honestos con nosotros mismos y con los demás.
Por el contrario, no cumplir la palabra es sinónimo de traición, desconsideración, irrespeto y deshonestidad. Es una burla, un acto hostil, incluso violento.
Cómo quisiéramos los colombianos estar gobernados por un presidente íntegro que nos hiciera sentir tranquilos y confiados, comprometidos con su palabra, que transmitiera seguridad y confianza, que uniera a la nación a través de la armonía. Desafortunadamente nuestra realidad es que cada día el presidente sorprende con trinos y anuncios que de manera temeraria violan flagrantemente lo prometido.
La lista es larga pero algunos ejemplos son suficientes para ilustrar. Cuando era candidato en 2018, Gustavo Petro logró el apoyo de Antanas Mockus gracias a que aceptó unos compromisos que plasmó en una especie de tablas de la Ley al estilo de Moisés: I. No expropiaré (varias de sus reformas son expropiatorias). II. No convocaré a una asamblea constituyente (ya lo está haciendo con la intensidad que lo caracteriza).
III. Manejaré los recursos públicos como recursos sagrados (los escándalos de corrupción durante su gobierno han sido pan de cada día). IV. Impulsaré la iniciativa privada, el emprendimiento y la formalización (los colombianos tienen clara su animadversión por la empresa privada y la negativa a proponer una reforma laboral que incentive la formalización).
V. Garantizaré la democracia pluralista (no acepta opiniones que no lo favorezcan) y el respeto a la diversidad. VI. Respetaré el estado social de derecho (todos los días se atenta contra la independencia de poderes y la Constitución). VII. Respetaré el acuerdo de paz (es pésima la ejecución del presupuesto destinado a la paz).
La cereza del pastel fue el conejo que le amarró a los senadores de la bancada liberal. Logró que le aprobaran el proyecto de reforma pensional cuando se comprometió a bajar de 3 a 2.3 salarios mínimos el umbral hasta el cual todos los colombianos deben cotizar en Colpensiones. No habían pasado ni siquiera 24 horas cuando anunció que le pedirá a la Cámara subir el umbral a 4 salarios mínimos incumpliendo así la palabra empeñada y de paso perdiendo toda credibilidad. El presidente demostró una vez más que su palabra no tiene valor.
*Marta Elena Pinto de De Hart. Correo electrónico: fundparticipar@yahoo.es