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En la Colina de Mary Anne Andrea Perdomo Gutiérrez

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Resumen

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La llegada de la licenciada Perdomo al Congreso de la República no fue un camino de dulce y miel, porque si hay algo que abunda al interior del Pacto Histórico, tanto en Colombia como en esta región, son las disputas de poder entre sus integrantes y la incoherencia de cada una de sus acciones frente al discurso que día tras día pretenden hacerle ver a los colombianos como el único camino de salvación para un pueblo que sufre y, que durante más de 200 años, no ha divisado el camino que lo llevará al reino de la paz y el amor.

Embustes o no, una de esas incoherencias es precisamente la de desconocer como movimiento el papel de liderazgo que juegan sus propias mujeres en Santander. A los miembros del Pacto es muy fácil encontrarlos en cualquier esquina señalando a la representante de haberlos traicionado por no retirarse de la lista a la Cámara cuando se dictó la orden de honrar las trapisondas que organizó el partido verde en campaña, pero es imposible encontrarlos en alguna parte ayudando a que la legislatura de Mary Anne tenga la importancia que se merece.

Que los demás congresistas no puedan hacer gestión resulta hasta entendible por sus posiciones ideológicas, pero que la representante del Pacto no pueda ayudar a traer recursos a la región por culpa de las peleas con sus propios “compañeros de lucha” es un absurdo histórico que termina acrecentando en Bogotá el mito de la envidia santandereana. Es por eso que resulta contradictorio que tanto en la Asamblea de Santander como en el Concejo de Bucaramanga los aliados del gobierno central dicten cursos de reconciliación nacional cuando ni siquiera son capaces de reconciliar sus propias diferencias entre ellos mismos.

Su papel como congresista desde el mismo día de su elección no ha sido fácil: ataques, demandas, ofensas y menosprecios ha recibido por doquier, sin descontar la especie de “apartheid” a la que fue sometida dentro del Pacto Histórico por algunos de sus afiliados. La representante ha hecho su trabajo con altura, con decencia y con buena voluntad hasta donde la dinámica política y legal se lo ha permitido, destacándose sus esfuerzos por la defensa de la infancia y la adolescencia, los temas ambientales y la necesidad de solucionar el problema vial hacia García Rovira.

Le queda mucho por mejorar en los dos años que le restan y no va a ser fácil sentar sus posiciones frente a las reformas que se avecinan, especialmente la de la salud, a la que tendrá que ponerle la cara en el momento de las votaciones sabiendo de antemano las consecuencias que ello les traerá a los colombianos.

Mary Anne tiene ante el Congreso de la República la voz del Pacto Histórico en Santander y si sus integrantes quieren hacer algo por el departamento, bien podrían comenzar por darle una mano en vez de dejarla sola en la colina del abandono.

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