En la guerra de guerrillas, el ejército debe actuar sin la orden presidencial

Cuando el presidente de Colombia abandona sus funciones constitucionales, que le imponen la obligación de defender la democracia frente al terrorismo, el Comandante de las Fuerzas Militares o en su defecto, el Comandante del Ejército, deberían tomar la iniciativa de empuñar las armas de la República para salvar al país que ha afrontado los horrores de la guerra.

En la toma guerrillera del municipio de Morales, en el departamento del Cauca, donde fueron asesinados dos agentes de la policía y resultaron heridos otros ocho miembros de la fuerza pública que se encontraban brindarle protección a la sociedad civil, era imperativa una respuesta militar inmediata, para evitar que fueran masacrados los agentes de la fuerza pública que custodiaban sus cuarteles.

El General Luis Mauricio Ospina, llamado a calificar servicios por su cobardía para enfrentar a las guerrillas de las disidencias de las FARC, no podía quedarse quieto, esperando órdenes presidenciales, frente al desarrollo de varias tomas guerrilleras que se producían, simultáneamente, en el departamento del Cauca, donde fueron tomados por centenares de bandidos los municipios de Morales, Silvia, Suárez y Jambaló, destrozando cuarteles de la policía y saqueando oficinas del Banco Agrario.

La orden de combate debía salir de los miembros de la cúpula militar y policiva, sin esperar la autorización del presidente Petro, que tiene compromisos políticos con los grupos guerrilleros que le entregaron recursos económicos a su campaña presidencial, esperando conseguir la amnistía y el indulto por la cantidad de crímenes que han cometido estos grupos terroristas, financiados por el secuestro, la extorsión y el narcotráfico.

Absurda la respuesta del exparlamentario Roy Barreras Montealegre que, en los últimos años de su carrera política ha sido toda una veleta, unas veces a favor de su compadre, el expresidente Álvaro Uribe Vélez y otras veces, como ahora, en contra de sus principios y en medio de su lambonería, para mover el incensario de la adulación al gobierno del presidente Petro, que lo ha designado embajador en un país europeo.

Que tal este país incendiado por la subversión y el terrorismo, esperando que aparezca el señor Presidente Petro, porque a los comandantes del ejército y la policía los tienen sometidos y descalificados, con el cuento de que ‘el presidente de la república es el comandante en jefe de la fuerza disponible’. Era obvio que la respuesta militar ha debido ser inmediata y ha debido darla en los municipios del departamento del Cauca, el Comandante de las Fuerzas Militar, el Mayor General Giraldo o el comandante del Ejército, el General Luis Mauricio Ospina, cuya cobardía ha sido la peor lección recibida en medio de la guerra que padece Colombia.