Resumen
Tres estudiantes del Colegio Integrado Santa Teresita en Bucaramanga crearon un biorreactor con microalgas para purificar el aire y reducir emisiones de CO2, lo que les valió el premio Earth Allies. Ahora buscan representar a Colombia en un evento mundial en Turquía, pero necesitan un patrocinador.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)En el corazón del Colegio Integrado Santa Teresita, ubicado en la calle 14 #34-50 en Bucaramanga, un grupo de estudiantes ha logrado lo que muchos considerarían un sueño: desarrollar una innovación con potencial de impactar el medio ambiente a escala global. Pablo Antonio Bastidas Gómez, Jerónimo Aceros Rentería y Juan Pablo Rueda Angarita, han creado un biorreactor que utiliza microalgas para purificar el aire, reduciendo las emisiones de CO2, un proyecto que ya les ha valido el prestigioso premio Earth Allies en el Reto Future Innovators. Ahora, buscan representar a Colombia en un evento mundial sobre innovación y medio ambiente en Turquía.
El proyecto, que ha sido elogiado por su visión futurista y su enfoque en la sostenibilidad urbana, nació como respuesta a los desafíos planteados por la competencia internacional WRO (World Robot Olympiad), en la que se inscribieron para desarrollar soluciones que promuevan ciudades sostenibles.
"Nos inscribimos principalmente en la competencia de la WRO, que nos brindó la temática de ciudades sostenibles. La idea era proponer una innovación amigable con el medio ambiente que pudiera implementarse en las ciudades", explicó Juan Pablo Rueda, exalumno del colegio. "Decidimos abordar el problema de las emisiones de CO2, que es muy preocupante, ya que informes muestran que han aumentado gradualmente cada año. Esto afecta incluso a la capa de ozono. Por eso, optamos por usar microalgas en biorreactores que reducen estas emisiones y, al mismo tiempo, generan biomasa, promoviendo una economía circular".
El desarrollo del biorreactor no fue tarea fácil. Los estudiantes enfrentaron numerosos desafíos técnicos y logísticos a lo largo de los seis meses que duró la concepción y materialización del proyecto. Sin embargo, la unión de talentos y el respaldo de instituciones como el colegio y el programa TecnoParque les permitió avanzar y perfeccionar su idea.
Jerónimo Aceros Rentería, otro de los estudiantes involucrados, contó cómo el equipo llegó a un consenso sobre qué problemática abordar. "Este plan surgió de una lluvia de ideas. Tomamos en cuenta las problemáticas que enfrentan tanto Colombia como Turquía, como la contaminación aérea, acuática y sonora. Finalmente, optamos por el tema de las emisiones de CO2, y las microalgas fueron la solución más beneficiosa y accesible. Estas microalgas purifican el aire y mitigan las emisiones de CO2, lo que nos pareció clave para las ciudades del futuro".
El proyecto no solo se destaca por su innovación ecológica, sino también por la integración de tecnología avanzada. Los estudiantes incorporaron robótica e inteligencia artificial para monitorear y optimizar el funcionamiento del biorreactor. "Implementamos robótica para monitorear constantemente los tanques de algas y optimizar el sistema. Utilizamos sensores que analizan la temperatura, los niveles de agua y las emisiones de CO2, entre otros factores, lo que permite que el sistema sea autosustentable y se regule de forma automática", detalló Juan Pablo.
Además de su impacto ambiental, el proyecto tiene una dimensión económica. "Las microalgas generan biomasa, que se puede utilizar en alimentos para humanos y animales, cosméticos, productos farmacéuticos, abonos e incluso biocombustibles", señaló Jerónimo.
Un sueño por cumplir
El proyecto está inscrito para participar en el evento de la WRO que se llevará a cabo en Turquía en noviembre de este año, un logro que llena de orgullo tanto a los estudiantes como a la comunidad educativa que los respalda. Sin embargo, para hacer realidad su participación, necesitan reunir alrededor de $60 millones para cubrir los costos de viaje, estadía y otros gastos relacionados con la competencia.
"El premio que ganamos fue una invitación a participar en la WRO en Turquía, que es la sede este año", explicó Juan Pablo. "Para viajar, necesitamos un patrocinador o un ángel inversor que cubra los gastos. Esperamos viajar el 24 de noviembre para prepararnos antes de la competencia, que será los días 28, 29 y 30 de noviembre".
Hasta el momento, el colegio y TecnoParque han sido los principales apoyos del equipo, proporcionándoles acceso a materiales, impresoras 3D y otros recursos necesarios para el desarrollo del biorreactor. Sin embargo, la búsqueda de un patrocinador es crucial para poder asistir al evento internacional. "Cualquier ayuda que podamos recibir será muy apreciada", añadió Juan Pablo. "Nos pueden contactar a través del colegio o de nuestra página web".
Un proyecto escalable
Pablo Antonio Bastidas Gómez, otro de los estudiantes, explicó que el modelo actual es solo un prototipo, pero que el proyecto es completamente escalable. "Si se quiere implementar en una mayor escala, se necesitarán más recursos y materiales. Lo que hemos hecho hasta ahora ha costado entre $1.200.000 y $1.500.000, pero con el apoyo adecuado, el proyecto podría crecer significativamente", afirmó Pablo Antonio.
Además, los estudiantes están implementando inteligencia artificial para mejorar el análisis de datos y hacer el sistema aún más eficiente. "Estamos utilizando plataformas como Microsoft para analizar los datos y hacer gráficos más comprensibles para la gente. Queremos que nuestro proyecto sea fácil de entender y replicar", agregó Juan Pablo.
Para estos jóvenes innovadores, el proyecto no solo es una oportunidad de aprendizaje, sino una forma de contribuir a la solución de problemas globales. Su mensaje es claro: la innovación y la tecnología pueden ser herramientas poderosas para enfrentar los retos del cambio climático.
"Es importante que los jóvenes piensen en el futuro y en cómo nuestras acciones afectan el medio ambiente. Proyectos como el nuestro pueden marcar la diferencia en la salud de las personas y en la sostenibilidad del planeta", expresó Pablo Antonio, haciendo un llamado a otros jóvenes a sumarse a iniciativas que beneficien al medio ambiente.
Finalmente, Juan Pablo concluyó con una frase que, para ellos, resume el espíritu de la innovación: "Si lo puedes imaginar, lo puedes programar". El equipo espera que, con el apoyo adecuado, puedan llevar su proyecto a Turquía y demostrar que la juventud colombiana tiene el talento y la creatividad para liderar en el ámbito de la innovación sostenible.