Fallas de Petro en la tributaria
Resumen
La reforma tributaria del presidente Petro ha generado pánico debido a impuestos desproporcionados, opacados por despilfarro político y burocracia costosa. Faltan medidas de austeridad y recorte de gastos para evitar más cargas económicas en la población.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Por: Horacio Gómez A.
Se dice y se repite que cuando se endurece la carga tributaria contra el inversionista, este reacciona “huyendo”. Pero no es solo esto. La actitud hostil frente al gran empresario o financista crea una atmósfera negativa y capitales que podrían llegar a ese país se desvían instantáneamente a otras naciones donde el ambiente es más acogedor y estimulante.
El móvil de la ganancia razonable y justa es el poderoso motor que siempre le ha dado y le seguirá dando fuerza a la economía.
Ya el presidente Petro impuso una reforma de trece billones de pesos a los colombianos. Ahora ha generado pánico, con un proyecto tributario de 95 artículos impositivos, desproporcionados, inoportunos y absolutamente innecesarios si se piensa en que existen otros recursos monetarios para superar la crisis financiera. ¿Cuáles? Frenar y si es posible reversar, la política del despilfarro y del derroche. Fue equivocado crear una costosísima burocracia “diplomática” para pagar favores políticos con miles de dólares. Y no solo en el campo consular, en diversas áreas administrativas cunden los nuevos burócratas. Los expertos afirman que abundan cargos inocuos con altas remuneraciones, así como auxilios oficiales anacrónicos y antitécnicos. ¿Y qué decir de la nauseabunda corrupción, principal arteria rota de éste y de todos los gobiernos? Comparativamente Colombia les gana a muchos países en la sobrecarga de ministerios, ejecutivos y dignatarios. Se critica la duplicidad de funciones, en el caso de varios empleados.
Siete y más cuestionamientos a este proyecto de impuestos. Si esta reforma se presenta al final -y no al comienzo de un Gobierno como es la costumbre – del mandato presidencial, ¿no se busca robustecer los recursos para afrontar los próximos costos electorales?
Acaso, ¿no ha sido acusado válidamente el ejecutivo de haber sobrepasado los topes, señalados por la ley cuando ganó la presidencia? Con este proyecto tributario se sube en un 20% el valor de las boletas para el pueblo que quiere concurrir a los espectáculos públicos. Se les sube a los combustibles, se grava a la Iglesia, que tanto bien espiritual les hace a las comunidades.
El exministro de Hacienda de este gobierno, José Antonio Ocampo, ha dicho: “…He sostenido que antes de cualquier reforma económica, hay que revisar el funcionamiento ineficiente del Estado, causa principal del alto déficit fiscal…”.
Si el deporte es salud y aleja del vicio y del delito, ¿por qué se les castiga con más impuestos? Si toda empresa grande, mediana o pequeña es creadora de empleo, ¿por qué se les persigue con absurdas exigencias tributarias? El exagerado fiscalismo estatal siempre ha conducido al estancamiento, al retroceso y a la frustración social. Si desde ya estamos asfixiados con mil gravámenes, ¿para qué entonces las nuevas cargas para la venta, renta y patrimonio, que recaerá sobre las clases más vulnerables? Una amarga experiencia enseña que los impuestos desmedidos a los licores, cigarrillos y similares hacen incontrolable el contrabando y otros azotes de la comunidad.
Es impolítico y dañino para la economía el nuevo manejo tributario que el proyecto del presidente pretende darle en otros campos, con elevadas tarifas y porcentajes inaceptables. En pocas épocas habíamos vivido una crisis económica y social tan dura como la que hoy padecemos.
Además, en la insólita iniciativa nada se dice sobre austeridad, cinturón apretado, recorte de gastos, esfuerzos gubernamentales y sacrificios.
En el viejo y el nuevo mundo, cuando se ha presentado el período de las vacas flacas, han asumido comportamientos aleccionadores desde el punto de vista de las sanas costumbres financieras. Disciplina férrea es lo que el momento exige y el porvenir reclama.
Para salir del drama que se comenta, la solución está en el coraje, la entereza y la buena voluntad. Dios da la llaga, pero también facilita la terapia.