Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)El mundo despide a Sammy Basso, el joven científico italiano que se convirtió en un símbolo de lucha y esperanza para quienes padecen progeria de Hutchinson-Gilford, una rara enfermedad genética que provoca envejecimiento prematuro. A través de su cuenta de Instagram, la familia de Basso anunció su fallecimiento el pasado 5 de octubre, tras haber celebrado un día especial rodeado de sus seres queridos.
"Estamos profundamente agradecidos por el privilegio de haber compartido una parte de nuestro viaje con él", dice el emotivo mensaje publicado en redes sociales. La familia pidió respeto y privacidad en este difícil momento, y detalló que la fecha y lugar del funeral serán anunciados próximamente.
Sammy Basso nació en 1995 en el norte de Italia, y a los dos años le diagnosticaron progeria, una enfermedad que afecta a una persona por cada 20 millones en el mundo y que reduce drásticamente la esperanza de vida de quienes la padecen, generalmente a unos 15 años. Sin embargo, Basso desafió las probabilidades, convirtiéndose en la persona con progeria más longeva al vivir hasta los 28 años.
A pesar de su enfermedad, Basso nunca permitió que las limitaciones lo definieran. En 2005, con tan solo 10 años, fundó junto a sus padres una asociación dedicada a la investigación y concienciación sobre la progeria. Utilizó plataformas como las redes sociales y su presencia en televisión para visibilizar la enfermedad y recaudar fondos para la investigación. Gracias a su incansable labor, Sammy Basso se convirtió en un referente mundial en la lucha contra esta rara patología.
En 2018, se licenció en Ciencias Naturales con una tesis sobre terapias para ralentizar el progreso de la progeria. Su esfuerzo y dedicación a la investigación le valieron numerosos reconocimientos, incluido el título de caballero de la Orden del Mérito otorgado en 2019 por el presidente de Italia, Sergio Mattarella.
A lo largo de su vida, Basso abogó por un mayor apoyo a la investigación científica de enfermedades raras, sabiendo que no había cura para su condición. Sin embargo, dedicó cada día a encontrar posibles tratamientos que pudieran mejorar la calidad de vida de otros pacientes como él.