Ferias de Vélez: el caballo como estandarte

Resumen

En Vélez, las ferias equinas celebran la tradición y la identidad regional con el caballo criollo colombiano de paso como protagonista. Cada agosto, el evento no solo exhibe a los mejores ejemplares, sino que también impulsa la economía local.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Alejandra León
Ferias de Vélez: el caballo como estandarte

Más que tradición, las ferias equinas de Vélez son una fiesta de identidad regional.

En las montañas santandereanas, donde el verde se confunde con el azul del cielo y los caminos polvorientos son testigos de generaciones enteras, cabalga una tradición que ha sobrevivido al tiempo. Vélez, más allá de sus bocadillos y su historia colonial, también lleva en su memoria el paso firme y elegante del caballo criollo colombiano.

En Vélez, Santander, hay sonidos que no se olvidan: el golpe rítmico de los cascos sobre la arena, los aplausos que siguen a un buen trote, el murmullo entre criadores que observan con orgullo a sus ejemplares. Desde hace décadas, este municipio del sur de Santander ha construido una reputación sólida como una de las cunas del caballo criollo colombiano de paso, una tradición que sigue viva y galopa con fuerza cada año en las ferias equinas.

Aunque en sus inicios las exposiciones se realizaban en espacios familiares, donde los caballos se clasificaban por colores —negros, zainos, moros— y trote, con el tiempo surgió la necesidad de un escenario más amplio y adecuado. Así nació el Coliseo de Ferias Nuestra Señora de las Nieves, un recinto que hoy es punto de encuentro de criadores, adiestradores y aficionados de todo el país. No hay una fecha precisa de su construcción documentada públicamente, pero desde 2022 es sede constante de la Exposición Equina Grado A, evento avalado por Fedequinas y Asocaballos, y apoyado por la alcaldía y organizaciones locales.

En estas ferias se presentan más de noventa ejemplares entre caballos, mulas y asnales. El caballo criollo de paso, sin embargo, es el alma del evento. Se trata de una raza que combina fuerza, agilidad y una cadencia elegante, resultado de generaciones de cría cuidadosa y de una cultura campesina que ha sabido conservar lo suyo. Las competencias se dividen por tipo de marcha: trote, galope y paso fino. Pero más allá de las categorías, lo que se celebra es la conexión entre humano y animal, la tradición que se transmite en las riendas y en el oído entrenado para reconocer el ritmo perfecto.

El evento, que coincide con las fiestas patronales de agosto, no solo pone en vitrina a los mejores ejemplares del país, sino que también dinamiza la economía local. Hoteles llenos, restaurantes a reventar y puestos ambulantes rodean el coliseo durante los días de feria. Se trata de una celebración cultural en toda regla: hay música, encuentro, memoria.

La historia de estas ferias no está del todo registrada en libros, pero sí en la voz de los mayores. Muchos recuerdan las primeras competencias en patios empedrados, donde los caballos desfilaban ante los vecinos como si se tratara de una procesión. Hoy, esos mismos valores de respeto por el animal, conocimiento del paso y orgullo por lo propio se mantienen, aunque ahora con luces, tarimas y reglamentos más estrictos.

Más allá del espectáculo, las ferias equinas de Vélez son un reflejo de una identidad campesina que resiste. Cada año, los caballos no solo desfilan por un premio, sino también

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por Alejandra León
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