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Francesco Acerbi: Del cáncer y las adicciones a héroe de Champions con el Inter

Francesco Acerbi: Del cáncer y las adicciones a héroe de Champions con el Inter

Resumen

Francesco Acerbi cambió el destino del Inter al marcar un gol crucial contra el Barcelona y llevar el partido a la prórroga, sellando el pase a la final de la Champions. Este logro deportivo simboliza su vida de superación tras el cáncer y las adicciones.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Andrés Quijano

El estadio Giuseppe Meazza explotó de emoción en el minuto 93. Cuando el Inter de Milán parecía resignado a ver la final de la UEFA Champions League por televisión, apareció Francesco Acerbi para cambiar el destino del partido y escribir una página épica en su carrera. Con su pierna menos hábil, el defensor central venció a Ronald Araújo y al arquero Wojciech Szczęsny, empató la serie ante el Barcelona y forzó una prórroga que terminaría por clasificar a los italianos a la gran final del torneo.

El gol no fue solo un triunfo deportivo. Fue el símbolo de una vida marcada por la adversidad, la caída y la redención. Acerbi, hoy con 37 años, no solo anotó uno de los tantos más importantes de su carrera: revivió, en un solo remate, una historia de superación que parecía imposible.

Nacido en Vizzolo Predabissi, cerca de Milán, Acerbi creció como hincha ferviente del Milan y formó parte del grupo ultra “Fossa dei Leoni”. Pero su camino al profesionalismo fue errático. Dejó el fútbol competitivo a los 14 años y no regresó hasta los 20, en la Serie C2. A los 23 debutó en la Serie A con Chievo Verona y poco después firmó con el Milan, justo después de perder a su padre, Roberto, víctima de múltiples accidentes cerebrovasculares.

La muerte de su padre, con quien mantenía una compleja relación, lo sumió en una espiral autodestructiva. En su paso por el Milan, Acerbi entrenaba sin dormir, a veces aún bajo efectos del alcohol. El club intentó ayudarlo, alejándolo del centro de Milán, pero nada funcionó. “No tenía respeto por mí mismo ni por mi trabajo”, confesó años después.

En 2013, tras fichar por Sassuolo, un control médico reveló un cáncer testicular. Fue operado de urgencia, pero la enfermedad reapareció meses después. En medio de la quimioterapia, Acerbi alternaba el tratamiento con noches de fiesta. Su alimentación era mínima y el insomnio lo dominaba. Hasta que un ataque de pánico cambió su perspectiva. A partir de ese día, comenzó terapia, abandonó el alcohol, se aferró a una estricta disciplina y reformuló su vida.

Su regreso fue contundente. Con Sassuolo jugó 149 partidos consecutivos entre 2015 y 2019, sin lesiones ni sanciones, y se consolidó como uno de los defensores más regulares de Italia. Su labor fuera del campo también cobró notoriedad: todos los jueves participaba en actividades con personas discapacitadas, algo que, según él, le enseñó a mirar la vida desde otro lugar.

Con el tiempo, fichó por Lazio y luego por el Inter. En 2024, su carrera se vio nuevamente sacudida por una denuncia por insulto racial hacia Juan Jesús, jugador del Napoli. La Federación Italiana lo marginó temporalmente de la selección, mientras se investigaban los hechos. Pese a la polémica, Acerbi siguió trabajando con la misma convicción.

En lo personal, fortaleció su vínculo espiritual: reza a su padre, es devoto del papa Juan Pablo II, y adoptó el apodo de “Leone” —león en italiano— en honor a un niño con cáncer a quien acompañó hasta su muerte. Lleva incluso un tatuaje con ese símbolo.

Hoy, Acerbi es mucho más que un defensor central del Inter. Es el reflejo de que la vida, a veces, ofrece segundas oportunidades. Y él supo tomarlas. “Antes del cáncer, estaba perdiendo todo. Después, obtuve una segunda vida y trato de aprovecharla al máximo”, dijo en una entrevista con The Atlantic.

Anoche, esa segunda vida lo empujó a la eternidad. En el minuto 93, con un zurdazo inesperado, Francesco Acerbi no solo rescató a su equipo: también selló, con alma y fútbol, la consagración de un guerrero que nunca se rindió.

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por Andrés Quijano

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