Resumen
El sistema de transporte masivo de Bucaramanga, Metrolínea, está en una grave crisis financiera y operativa. A pesar de los planes de inversión del gobierno, la magnitud del problema sugiere que la recuperación parece poco viable y posiblemente condenada al fracaso.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)En la reciente visita de la Ministra de Transporte, María Constanza García, a Bucaramanga, habló de recuperar el sistema masivo de la ciudad, Metrolínea, y con eso reavivó la esperanza, que tienen algunos pocos, sobre mantener a flote esta fracasada empresa.
Sin embargo, más allá de las declaraciones optimistas, la realidad es cruda y contundente, porque el sistema de transporte masivo de la ciudad está colapsado, con respirador artificial y sumido en una crisis financiera y operativa sin precedentes.
La ministra García expresó su deseo de ‘resucitar’ a Metrolínea, pero la metáfora resulta demasiado gráfica para ser ignorada. Un sistema de transporte con pérdidas millonarias, infraestructura vandalizada, flota vehicular inmovilizada y rutas paralizadas es, en efecto, un ente moribundo e intentar revivirlo equivale a desafiar las leyes de la naturaleza, es intentar devolver la vida a un cadáver.
Las cifras son elocuentes, el ente del transporte masivo arrastra una deuda que supera los seiscientos mil millones de pesos, estaciones convertidas en ruinas, un parque automotor inoperante y una cobertura reducida al 17% de su capacidad original.
Este panorama desolador plantea interrogantes sobre la viabilidad de cualquier plan de recuperación. Desde el Gobierno Nacional se propone una inversión de treinta mil millones de pesos para reactivar el sistema, pero esta cifra resulta insuficiente ante la magnitud del problema.
Además, la propuesta de recuperar la operación en dos años parece ambiciosa, por no decir irrealista, si consideramos y nos enfocamos en el real estado actual de deterioro de Metrolínea.
Es necesario reconocer que la crisis de Metrolínea es multifactorial y que no tiene una solución fácil ni rápida. La falta de planeación, la corrupción, la ineficiencia administrativa y los conflictos políticos han contribuido a la debacle del sistema.
Ante esta situación, es fundamental realizar un análisis profundo y transparente de las causas que originaron la crisis, así como de las posibles alternativas para superarla, sin desconocer que la liquidación es la vía más practica para poder crear otra empresa, esta vez viable.
En este contexto, la ciudadanía debe exigir a sus gobernantes una gestión transparente y eficiente de los recursos públicos, así como la implementación de medidas que garanticen la sostenibilidad a largo plazo del sistema de transporte. Es hora de dejar de lado los intereses particulares y trabajar en conjunto por el bien común.
La recuperación de Metrolínea es un desafío mayúsculo que requiere de un compromiso serio y decidido por parte de todos los actores involucrados, aquí las empresas de transporte público de Bucaramanga y Santander, deben aportar su experiencia para evitar que la agonía de Metrolínea se prolongue, tal como trata de hacerla el Gobierno nacional.
Sin embargo, es fundamental ser objetivos y reconocer que esa tarea es titánica. Intentar resucitar ese muerto es una empresa condenada al fracaso, porque es mejor y construir un nuevo sistema de transporte que responda a las necesidades de la ciudad y de sus habitantes.