¡Indignación! Policías confundieron una borrachera con un coma diabético

Lo que comenzó como una rutina de transporte público en Bogotá terminó convertido en un episodio de humillación y riesgo vital para un conductor que fue bajado de su bus en medio de acusaciones de estar ebrio, cuando en realidad atravesaba una emergencia médica crítica: un coma diabético.

La escena ocurrió a plena luz del día, frente a pasajeros que, sorprendidos, observaron cómo la Policía intervino al ver al hombre desorientado, con dificultad para hablar y caminar. Los uniformados, convencidos de que se trataba de un caso de embriaguez, lo hicieron descender del vehículo, pidieron una grúa y lo trataron como si estuviera incumpliendo la ley.

El conductor, cuyo nombre no fue revelado, no tenía una sola gota de alcohol en la sangre. Lo que realmente sucedía era una hipoglucemia severa que lo llevó a perder el control de sus funciones y a entrar en un coma diabético, una condición que requiere atención médica inmediata.

El diagnóstico llegó después, cuando las pruebas clínicas confirmaron que no había rastro de licor en su organismo. Para entonces, la indignación ya estaba instalada: el hombre no solo fue víctima de un error, sino que quedó expuesto al escarnio público frente a sus pasajeros, quienes lo vieron señalado y ridiculizado como si se tratara de un infractor irresponsable.

Ignorancia con consecuencias graves

El caso abre una discusión profunda sobre la preparación de las autoridades para atender situaciones que pueden confundirse con conductas indebidas. La confusión entre un estado de embriaguez y un cuadro médico grave es más común de lo que parece: síntomas como descoordinación motriz, alteraciones en el habla, sudoración excesiva o pérdida de conciencia son comunes tanto en un coma diabético como en una intoxicación alcohólica.

Sin embargo, la diferencia entre ambos escenarios es crítica: mientras en uno procede una sanción, en el otro es cuestión de vida o muerte. Una reacción inadecuada, como en este caso, no solo genera humillaciones y falsas acusaciones, sino que puede retrasar la atención médica y poner en riesgo la vida del paciente.

El factor humano: dignidad y derechos

El relato del conductor expone otro elemento sensible: la dignidad de las personas. Ser acusado injustamente de conducir ebrio, en medio de pasajeros y con la intervención de la fuerza pública, deja una huella difícil de borrar. El episodio no solo lo puso en riesgo físico, sino que también lo marcó socialmente como un presunto infractor.

Este tipo de situaciones reavivan la necesidad de protocolos claros que protejan a las personas en casos de emergencias médicas. Un error de interpretación no puede traducirse en una vulneración de derechos ni en un espectáculo de humillación pública.

La lección que deja este caso es contundente: la falta de capacitación adecuada puede convertir una urgencia médica en una falsa acusación. Expertos en salud y movilidad coinciden en que las autoridades de tránsito y la Policía deben recibir formación específica para identificar condiciones médicas que simulan estados de embriaguez.

Además, organismos de control y asociaciones de pacientes diabéticos insisten en la urgencia de campañas de sensibilización que permitan reconocer signos de un coma diabético o una crisis epiléptica, entre otros episodios que suelen confundirse.