Iván Acevedo: el arquitecto que quiere devolverle la ciudad a la gente
Resumen
Iván Acevedo, arquitecto santandereano en Barcelona, promueve la transformación urbana con participación ciudadana. Destaca por un enfoque sostenible y piensa en soluciones de movilidad interconectadas que priorizan al peatón. Critica la falta de planeación en Bucaramanga.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)De lunes a viernes, a las seis de la mañana, las noticias despiertan a Santander a través de la Cadena de la Cordialidad. En esta ocasión, los micrófonos de la emisora recibieron a un invitado que combina el pensamiento crítico con la acción transformadora: el arquitecto Iván Acevedo, un santandereano que vive en Barcelona y que ha llevado el nombre de Bucaramanga a escenarios internacionales de urbanismo y diseño. Su visión, tan crítica como propositiva, es un llamado urgente a repensar el presente y el futuro de la ciudad.
Acevedo llegó a la cabina de Radio Bucarica y Periódico EL FRENTE para compartir dos noticias relevantes. La primera, la obtención de una beca de investigación del Ministerio de las Culturas para la recuperación del patrimonio de Bucaramanga. Junto con la antropóloga Mónica Elman, su propuesta se basa en escuchar a los habitantes de sectores históricos y transformar esas voces en soluciones urbanísticas reales. “No se trata de hacer planes desde un escritorio, sino de salir a caminar y preguntarle a la gente que ha vivido allí por décadas qué necesita”, afirma. La segunda noticia es internacional: su firma fue finalista en China en los premios de diseño de movilidad y transporte intermodal, gracias a un sistema que plantea soluciones sostenibles para las ciudades.
Para Acevedo, el urbanismo no es una cuestión de moda, sino de dignidad. Recuerda el plan urbano creado durante la alcaldía de Rodolfo Hernández, que él ayudó a diseñar y que buscaba recuperar el espacio público a largo plazo. Uno de sus logros emblemáticos fue el proyecto piloto del patio de los edecanes en la Casa de Bolívar, un espacio que demuestra que es posible priorizar al peatón. “Recuperar la ciudad empieza por garantizar que cualquiera pueda caminar seguro: niños, ancianos, personas con discapacidad. Seguridad no solo frente al delito, sino también frente a un andén roto o una calle sin luz”, explica.
Su decisión de radicarse en Barcelona fue dolorosa, pero necesaria. La violencia en su barrio de infancia, en Cabecera del Llano, lo llevó a buscar un entorno más pacífico y formativo. Allá encontró una ciudad pensada para el ser humano: con árboles, iluminación adecuada y transporte integrado. “Barcelona se puede caminar de punta a punta. Es una ciudad para la infancia y el adulto mayor. En cambio, en Bucaramanga reina el caos: no caben los carros en las calles, no existe planeación de movilidad. Eso explica por qué dejó de ser la ciudad bonita”, reflexiona.

Una propuesta de ciudad
No obstante, Acevedo no se limita a la crítica. Su visión apunta a proyectos de gran alcance. Desde su despacho en Barcelona, ha diseñado un plan integral de movilidad para Bucaramanga y su área metropolitana. Propone cinco sistemas de transporte conectados entre sí: tren de cercanías aprovechando la infraestructura férrea existente, tranvía en la meseta, teleféricos que unan el norte con la UIS y el aeropuerto, redes de autobuses y ciclorutas. “No es inventar puentes porque sí. Es estudiar con datos el flujo de personas y priorizar al peatón. En Europa, América y Asia las soluciones ya existen, solo debemos adaptarlas”, sostiene.
El arquitecto es consciente de las dificultades políticas que frenan estos proyectos. Critica la falta de continuidad administrativa y la tendencia de algunos gobernantes a rodearse de “comités de aplausos” que les ocultan la realidad. Para él, la honestidad no es solo no robar, sino invertir con coherencia y contratar a los mejores perfiles técnicos. “Una obra que se planea para un año no puede eternizarse en cinco. Eso destruye el comercio y la confianza ciudadana”, afirma.
El contexto nacional
Acevedo también reflexiona sobre la política nacional. Para él, la proliferación de 107 candidatos presidenciales refleja la descomposición de los partidos tradicionales y la falta de una visión común de país. Cree que el problema no es de ideologías, sino de coherencia: “No podemos esperar que un mesías nos salve. Debemos salvarnos nosotros mismos, actuar como una sociedad adulta que asume responsabilidades”.
Su mensaje final es un llamado a la esperanza, pero también a la acción. Quiere que los niños de Bucaramanga crezcan en entornos seguros, con parques donde puedan jugar y con una alimentación digna que les permita desarrollarse sin resentimiento. Sueña con que los extranjeros quieran visitar la ciudad y que los jóvenes no tengan que emigrar para encontrar oportunidades.
“Si hay honestidad, todo es posible”, concluye. Y mientras vuelve a Barcelona para seguir gestionando proyectos, deja sobre la mesa un reto para la próxima administración local: recuperar el principio del taller de arquitectura, retomar la planeación urbana con visión de futuro y devolverle la ciudad a quienes realmente la habitan: sus ciudadanos.
