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La bebida milenaria que ayuda a controlar la hipertensión de forma natural

La bebida milenaria que ayuda a controlar la hipertensión de forma natural

Resumen

El té verde, respaldado por la ciencia, es eficaz para controlar la presión arterial. Contiene catequinas, antioxidantes que promueven la salud cardiovascular. Incorporarlo en la dieta diaria ofrece una alternativa natural y segura frente a tratamientos farmacológicos.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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by Andrés Quijano

Un estudio reciente ha vuelto a poner en el centro de la escena al té verde, una bebida milenaria que, además de su popularidad global, cuenta con el respaldo de la ciencia por sus beneficios para la salud cardiovascular. Investigaciones recientes destacan su capacidad para contribuir al control de la presión arterial de manera natural, ofreciendo una alternativa sencilla y efectiva dentro de los hábitos cotidianos.

La hipertensión es conocida como una “enfermedad silenciosa” por su capacidad de avanzar sin síntomas visibles, afectando progresivamente vasos sanguíneos, corazón y otros órganos vitales. Según un informe citado por el medio especializado EatingWell, el control de esta condición depende de múltiples factores, siendo la alimentación uno de los más decisivos. En este sentido, el té verde ha demostrado ser una herramienta poderosa para mantener estables los niveles de presión arterial.

La nutricionista Christa Brown, experta en el manejo dietético de enfermedades crónicas, recomienda una revisión profunda de los hábitos alimenticios como primera línea de defensa contra la hipertensión. En su opinión, incorporar el té verde en la dieta puede ser un complemento eficaz dentro de un enfoque integral que también contemple patrones como la dieta DASH (Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión), la cual privilegia frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras, y limita la sal, los azúcares añadidos y las grasas saturadas.

A diferencia de otras infusiones, el té verde —junto al negro, blanco y oolong— proviene de la planta Camellia sinensis y contiene altos niveles de antioxidantes y compuestos bioactivos con efectos favorables sobre la función cardíaca. Estudios recientes refuerzan estos beneficios. Un metaanálisis publicado en la revista Nutrition, Metabolism and Cardiovascular Diseases evaluó 20 ensayos clínicos con más de 1.500 participantes y concluyó que el consumo regular de té verde puede reducir en promedio 2 mmHg la presión sistólica y 1 mmHg la diastólica. A pesar de que estas cifras pueden parecer modestas, los expertos insisten en que estos descensos, sostenidos en el tiempo, tienen un impacto clínico importante a nivel poblacional.

Otro metaanálisis, publicado en Clinical Nutrition ESPEN y centrado exclusivamente en personas sanas, reportó reducciones similares: una media de 2,99 mmHg en la presión sistólica y 0,95 mmHg en la diastólica. Al excluir factores de riesgo asociados a enfermedades crónicas, este análisis respalda la efectividad del té verde como estrategia preventiva independiente.

El mecanismo detrás de estos efectos se relaciona con la presencia de catequinas, una clase de polifenoles con potente acción antioxidante. Estos compuestos estimulan la producción de óxido nítrico —una sustancia que favorece la dilatación de los vasos sanguíneos—, lo que facilita la circulación, reduce la presión arterial y disminuye la inflamación. Además, el té verde contiene una dosis moderada de cafeína que, lejos de ser perjudicial en cantidades razonables, puede contribuir a mejorar el flujo sanguíneo.

Frente a estos hallazgos, especialistas coinciden en recomendar el té verde como una opción viable y segura para quienes desean mantener una presión arterial saludable sin recurrir exclusivamente a tratamientos farmacológicos. Se trata de una herramienta complementaria que, combinada con una dieta equilibrada y ejercicio regular, puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Incorporar el té verde a la rutina diaria es sencillo. La preparación tradicional consiste en infusionar las hojas en agua caliente durante tres a cinco minutos. Puede beberse caliente o frío, con un toque de miel, limón o incluso mezclado en batidos con frutas. También se pueden preparar lattes con leche vegetal o añadirlo como base en tónicos junto con vinagre de manzana. La clave está en integrarlo de manera creativa y constante, reemplazando bebidas azucaradas o con bajo valor nutricional.

Pequeñas modificaciones en el estilo de vida pueden tener un gran impacto en la salud. En ese camino, el té verde se presenta como un aliado ancestral validado por la ciencia moderna. Una taza al día, dentro de un enfoque integral, puede marcar la diferencia.

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por Andrés Quijano

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