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La beca

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Resumen

Dos recién graduados deciden casarse y afrontar juntos los desafíos de la vida doméstica. Sus padres, inquietos por la falta de experiencia de los jóvenes en los oficios del hogar, sugieren un curso prematrimonial de "primeros auxilios conyugales" para prepararlos.

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Por: Claudio Valdivieso

Una pareja de jóvenes recién graduados en la universidad de los amores tomó la decisión de casarse, después de descubrir las mieles de la pasión y las pruebitas de esos encantos que aparentan la felicidad absoluta y prometieron encontrarse pronto en el altar. Sin más protocolo que una sencilla cena con vino y un brindis, anunciaron a sus padres la voluntad de casarse. Mientras los novios se derretían en besos, los consuegros se veían poco inquietos, pues aún faltaba el postre de consejos de los viejos que habían pasado por lo mismo.

Se descartó un embarazo de la novia, pues la premura de llegar pronto al altar entreveía esa sospecha, pero no. Los jóvenes argumentaron tener la suficiente experiencia y madurez para amarse bajo el mismo techo, pues ni siquiera discutían, y además reflejaban un romance de fantasía, de esos que producen un tantico de “envidia” de la buena como dicen por ahí. La experiencia de las mieles del amor era suficiente porque desconocían el resto.

Las incrédulas madres de los novios iniciaron una fuerte campaña entre consejos y preguntas, pues ellas realmente conocían toda la verdad de sus cualidades, virtudes y defectos, carácter y temperamento a la hora de ordenar el cuarto, organizar la cocina, y el tema que quedó en remojo con la ropa sucia como dijo uno de los suegros… ¡esa se lava en casa! Quedó pendiente el tema de la escoba el trapero y el polvo. Los novios solo sonrieron y los suegros no pudieron imaginar a sus “niños” con delantal.

Los dos jóvenes ya profesionales y especializados en las mieles del amor estaban dispuestos a descubrir mutuamente las rivalidades del oficio y rutina de la casa. Sus padres, aun siendo sus maestros se consideraban frustrados porque ninguno de los novios tenía la más mínima idea de los oficios domésticos, y mucho menos estaban preparados para afrontar los conflictos de la convivencia.  ¡Pilas con eso!

En medio de la tronada de los viejos con licor, acordaron la fecha de la boda y tomaron la vocería para exigirles a los novios un curso prematrimonial sobre cómo debían asumir los oficios domésticos entre los dos, pues el joven era muy desordenado pero exigente, tanto, que el cuello y las mangas de sus camisas debían estar milimétricamente planchados; además, los jabones de ropa baratos le producían alergia. Aunque la novia aparentemente se veía más tranquila, dependía de una rigurosa dieta vegetariana; detestaba las gaseosas, las harinas, los granos y la lactosa.

La famosa beca de los “primeros auxilios conyugales” contiene unos interesantes módulos de cocina con énfasis en tintos; bricolaje, para fijar cuadros, cambiar empaques, poner bombillos y cuadrar los muebles de la casa cada vez que la señora considere; y principios de modistería, para poner botones, planchar y acomodar las prendas en el closet. A todo esto, se sumaría un complicado manual para la resolución de conflictos. ¿Conflictos?

En medio de la borrachera, beca y consejos, los consuegros insistieron que la escuela de la vida es la mejor institución de la familia y hay que aprender más del amor que vivir de las mieles. El amor es un gimnasio de alto rendimiento y es necesario ejercitarlo a cada instante en cada uno de sus extremos.

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