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La palmicultura en Santander es el fruto social para la PAZ

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Resumen

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Hace sesenta años, el ciudadano francés Morris Gutt trajo al oriente colombiano las primeras semillas de Palma Africana provenientes de Malasia, para producir aceites vegetales que con el paso del tiempo se han convertido en un gran pilar de la economía nacional. Los cultivos de palma africana se multiplicaron en las regiones de San Alberto y Aguachica, del departamento del Cesar y en el Magdalena Medio santandereano, donde antes se cultivaba el algodón, el arroz, el mango y el sorgo, que eran el bastión de su economía.

Grandes extensiones dedicadas a la ganadería conocieron las bondades de la Palma Africana, que fueron multiplicándose en la cuenca hidrográfica del Río Magdalena, hasta el sur del departamento de Bolívar; territorios del Catatumbo y los Llanos Orientales, zonas de la geografía colombiana donde se produjo un cambio de mentalidad, que unificó a las comunidades campesinas alrededor de estas plantaciones.

Sembraron cultivos de palma que dieron lugar a la creación de empresas como INDUPALMA en San Alberto, que inicialmente fueron perseguidas por grupos terroristas como el ELN, infiltrados en las organizaciones sindicales, que generaron violencia contra los ejecutivos de la naciente compañía, entre ellos, con el asesinato del doctor Joaquín Ortiz Duarte y del exparlamentario Rodolfo Rivera Stapper,  insignes líderes santandereanos que pagaron con sus vidas el alto precio de su liderazgo industrial.

Con el avance de la palmicultura y la constitución de Fedepalma como el gremio productor de gran variedad de aceites de cocina y aceites-combustibles, se crearon granjas experimentales, una de las cuales, talvez la mejor dotada, ubicada en la región de La Vizcaina, corregimiento de Yarima, municipio de San Vicente de Chucurí, donde se ha logrado seleccionar y diversificar las semillas híbridas que les han permitido altos niveles de calidad y productividad.

Miles de pequeños propietarios de tierras en el Magdalena Medio Santandereano se han asociado para explotar la producción de aceites vegetales, que sesenta años después de muchas luchas han entrado a formar parte de la mezcla de combustibles de origen biológico con los combustibles de origen fósil que explota y refina la empresa Colombiana de Petróleos, para reducir la contaminación ambiental.  En la vereda ‘Campo Cincuenta’, del corregimiento de Yarima, donde hubo violencia guerrillera, ahora prevalece la paz porque los campesinos se asociaron para poner en funcionamiento una gran planta procesadora del fruto que produce la palma de aceite y mas de seiscientas familias campesinas han mejorado sus ingresos económicos, convertidos ahora en socios de esta planta industrial.

El milagro de la pacificación del Magdalena Medio Santandereano, del sur del Cesar y del sur del departamento de Bolívar, se le debe principalmente a la Federación Nacional de Palmicultores, -- FEDEPALMA—y especialmente al ingeniero agrónomo Jens Meza Dshington, que durante muchos años le dio vida jurídica, técnica y científica a esta entidad gremial, en la cual todos sus afiliados contribuyen con un porcentaje mínimo de sus ingresos, con el uno punto cinco por ciento (1.5 %) de sus ingresos al desarrollo industrial del sector.   En la vereda Campo Cincuenta, de la antigua zona petrolera, seiscientos productores de aceite de palma crearon una planta industrial, cuya planta de refinación es motivo de orgullo para Colombia, porque es una demostración de los beneficios que obtienen con la propiedad colectiva.

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