Resumen
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Hay dos maneras de entender la política, como conflicto o como solución. La primera hace énfasis en el poder y entiende su eje como una lucha en la que siempre hay vencedores y vencidos. La izquierda, por definición, ve la política como un combate. Es la lógica de la dialéctica marxista. El Manifiesto Comunista, sostiene que “toda la historia de la humanidad hasta ahora es la historia de la lucha de clases”. En El Capital, Marx añade que “la violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva”. Con Lenin hay un salto más: la violencia ya no solo es táctica sino estratégica.
La mentalidad marxista leninista de Petro ha quedado en evidencia en estas semanas. Su narrativa ahora no solo es abiertamente confrontacional sino que alienta la “lucha de clases”. Así se entienden tanto su cada vez más agresivo discurso de odio como la sistemática descalificación de sus contradictores como oligarcas, esclavistas y explotadores o, peor, mafiosos, asesinos y genocidas.
Esa mentalidad también explica el recurrente uso del “pueblo” en el reciente discurso petrista, no como un concepto que recoge a toda la población sino solo una parte de ella, la de los grupos minoritarios y los sindicatos afines, con concepción de clase e identidad ideológica. El trasfondo del proceso constituyente petrista es el de una carta política construida por los suyos, no por todos. Una constitución de facción, antidemocrática, pero concordante con la visión conflictiva que propone Petro.
Pero los demócratas no tenemos que someternos a esa visión castrante, peligrosa y sangrante. La segunda manera de entender la política hace énfasis en el problema y su eje es encontrar y desarrollar soluciones. En esa búsqueda y su consecuencia, las soluciones, no hay vencedores ni vencidos, todos ganamos.
“Cuanto más complejas se vuelven las sociedades, y más complejas son las redes de interdependencia [...] un mayor número de gente estará interesada en encontrar soluciones ganancia-ganancia [...] Cuanto más crece nuestra interdependencia, generalmente prosperamos cuando los demás también prosperan”, decía Clinton.
En esta visión de la política se construye, no se destruye; se hacen reformas no revoluciones; se incluye, no se excluye; se suma, no se resta; se amplía la democracia y se evitan las autocracias. Y la manera de calificar el éxito o el fracaso político se hace evaluando si las soluciones propuestas y ejecutadas resolvieron bien, mal o no dieron respuesta alguna a los problemas sociales y económicos que pretendieron remediar.
Los demócratas tenemos el reto de enfrentar a Petro, de develar y parar su deriva autoritaria y de prepararnos para la confrontación que se desprenderá del autogolpe, si se decide a darlo. Pero también tenemos la obligación de ofrecerles a los ciudadanos propuestas de solución para los enormes problemas que nos enfrentamos y los colosales desafíos que nos dejará este gobierno nefasto. Nuestro deber es hacer política constructiva.