Resumen
El artículo de opinión discute las recientes declaraciones de Petro, señalando la posibilidad de conflictos civiles si no se realizan las reformas propuestas. Se sugiere que Petro podría ignorar las decisiones del Congreso y los jueces y que podría buscar prolongar su mandato más allá de 2026.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Rafael Nieto Loaiza
No tomar en serio a Petro sería fatal. Lo digo de manera literal: podría costarnos muchas vidas y el futuro. Las manifestaciones recientes de Petro son una advertencia. Dijo que “si Colombia no hace las reformas, el estallido social va a volver”. Es una conminación al Congreso y una notificación de un nuevo paro promovido, otra vez, por Petro y la izquierda extrema.
Sostuvo: “Si la mayoría del Congreso no quiere [las reformas que propone], el Gobierno sí quiere, y el pueblo de Colombia sí quiere, y vamos a proceder”. Añadió que, aunque “tumben decretos, el proceso de cambio es imparable”. Es decir, manifiesta su intención de pasar por encima no solo del Congreso sino también de los jueces, que son los que anulan los decretos a los que Petro se refiere.
Afirmó también que la ponencia del CNE es un “golpe que ya comenzó”, al que, viene la amenaza, “se responde con la fuerza del pueblo”. Desconoce explícitamente la naturaleza constitucional del CNE y advierte que se opondrá con movilizaciones en las calles.
En Cartagena dijo que seguirá “hasta donde el pueblo diga. Si el pueblo dice más adelante, más adelante iré”. Anuncia su disposición a quedarse en el poder y que hará lo que ese pueblo “ordene”, con independencia de lo que mande la Constitución. Solo recuerdo que en democracia el pueblo es variopinto y somos todos y por eso hay elecciones periódicas y se elige un congreso que refleja las muy distintas opiniones de ese pueblo diverso.
En esta semana Petro ha avisado que desconocerá las decisiones del Congreso y de los jueces y que está dispuesto a acudir a las vías de hecho e incluso a la violencia si no le aprueban sus reformas, que cualquier decisión institucional sobre su campaña y que ponga en peligro su permanencia en el cargo la entenderá como un golpe de estado, que desconocerá esas decisiones y se opondrá a ellas, que pretenden quedarse más allá de 2026 y que la Constitución es lo que él diga. Súmese la insistencia de Petro en adelantar un “proceso constituyente” que, cualquier cosa que sea, supone cambiar la Constitución por caminos no contemplados en la Constitución misma. La vía de la ruptura con la Carta del 91, el de autogolpe, está claramente planteada.
Sería no solo irresponsable sino imperdonable no prepararnos para lo que Petro avisa. Hay que trabajar en paralelo y desde ya, por encima de partidos y de viejas diferencias políticas, los tres escenarios que se plantean: hacerle oposición a Petro mientras que esté en el gobierno; construir una propuesta eficaz y atractiva para las elecciones de 2026 si es que se realizan; preparar una contundente y triunfadora respuesta ciudadana si Petro, como anuncia, se aventura a dar el autogolpe. Si del pueblo y la calle se trata, los demócratas somos amplísima mayoría. Petro y sus extremistas no nos vencerán.