Las escapadas secretas de Juan Pablo II: el Papa que esquió en silencio
Resumen
Juan Pablo II, durante su papado de 27 años, realizó al menos 115 escapadas clandestinas para esquiar en Italia, viendo en este deporte un camino hacia la plenitud espiritual y personal. Logró integrar fe y deporte, dejando un legado donde cuerpo y espíritu convergen.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Durante sus 27 años de pontificado, Juan Pablo II mantuvo una rutina insólita para un Papa: escapadas clandestinas a las montañas italianas para practicar esquí. Según revelaron colaboradores cercanos, el Sumo Pontífice realizó al menos 115 salidas discretas durante su mandato, aprovechando los martes —su único día sin audiencias públicas— para deslizarse por las pistas de los Apeninos, Abruzos y Alpes.
Una pasión bien guardada
- El portavoz vaticano Joaquín Navarro Valls confirmó que Juan Pablo II salía del Vaticano en vehículos sin placas oficiales para evitar ser reconocido
- El sacerdote Claudio Paganini, su consejero espiritual, reveló que estas salidas eran parte esencial de su equilibrio personal
- "Temíamos que alguien lo reconociera en el tráfico de Roma, pero nunca ocurrió", admitió Navarro Valls
Más que un hobby: una filosofía de vida
Para Karol Wojtyła, el deporte no era simple entretenimiento sino parte integral de su espiritualidad. Desde joven practicó esquí, senderismo, kayak y voleibol, actividades que nunca abandonó. "Enseñó que no se puede separar fe, cultura y deporte", explicó Paganini, destacando cómo el Papa veía en la actividad física un camino hacia la plenitud humana.
Legado deportivo
Tras su muerte en 2005, su conexión con el deporte siguió siendo reconocida:
- Una pista de esquí en Abruzos lleva su nombre
- Fue nombrado "capitán honorífico" de la Clericus Cup, torneo de fútbol para seminaristas
- La Santa Sede lo llamó "beato deportivo", recordando que beatificó al alpinista Pier Giorgio Frassati
Estas escapadas, lejos de ser meras distracciones, revelan la humana búsqueda de equilibrio de un Papa que supo integrar cuerpo y espíritu, dejando un singular legado donde el deporte y la fe convergen.