Las historias, el progreso y los chistes

Resumen

El artículo reflexiona sobre cómo el progreso digital ha afectado la capacidad de sorprendernos con historias y chistes, resaltando el valor perdido en compartir narraciones en persona y el anhelo de recuperar esa emoción.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
Edgar Muñoz profile image
by Edgar Muñoz
Las historias, el progreso y los chistes

Siento que tanto progreso está nublando la posibilidad de sorprendernos. Yo no sé ustedes, pero a mí me gusta escuchar historias. Tengo una tía que es muy especial. La quiero mucho. Ella tiene una forma de contar anécdotas que siempre nos deja enganchados mientras las recita. Tiene una voz cálida, suave y templada. Mientras relata, a veces se le cruza una que otra risa suave y pícara, y va migrando su expresión a la angustia o la tristeza, según el momento.

No sé si mi tía Melba sepa esto, pero es algo que siempre he admirado de ella, más allá de su ternura para con nosotros y su vocación de entrega como hija, hermana, madre y esposa.

Pero mi punto va más enfocado a las historias. Yo sé que todos quieren agradar, incluso el que dice que no le importa lo que piensen los demás. Pero la era digital dañó algo que, para muchos, era motivo de innovación y una puerta de entrada para agradar a otros: los chistes. Si antes uno se reunía a contar chistes, hoy, eso carece de sentido. Encontrarse un chiste nuevo se volvió igual de difícil que toparse con una moneda de dos pesos.

Porque cualquiera que escucha uno nuevo lo manda a un grupo de WhatsApp y ¡voilà! ya todos lo conocemos. Los leemos en un minuto, nos reímos, y buscamos el siguiente mensaje. Ya no hay carcajadas, ni aplausos, ni venias pidiendo otro. Tampoco hay competencias entre varios a ver quién echaba uno bueno, o uno hueso —que también era motivo de risa. Cuando el chiste era malo, igual nos burlábamos del que lo contaba. Y si era extremadamente malo, como la selección Colombia del 2005, daba más risa.

Esa es la realidad del progreso. Nos trae cosas para facilitar la vida, pero también otras que, sin querer, nos la amargan. Ahora resulta que necesitamos stand up comedies para reírnos. Y todas son de situaciones cotidianas… pero el boom ya está pasando. Todos sabemos que los peos huelen, que el hombre no hace nada y las mujeres se ‘enverracan’ fácilmente.

Y así como los chistes perdieron misterio, también las historias están muriendo y los cuentos bizarreando. La literatura no conmueve con los pobres de Dickens ni los ricos de Fitzgerald. Ya no hay peleas sin cuchillo ni conciertos sin luces navideñas.

Las noticias, ni se diga. Aunque admito que la historia sobre el tipo que se disfrazó de su mamá para cobrar la pensión fue algo espectacular. No lo digo con morbo, sino como curioso que no pensó que algo así pudiera pasar. Y me dio risa, porque, si bien es una tragedia, cuando las cosas no pasan cerca, es como si fueran inventadas. Como la paradoja del coco que cae en una isla desierta: ¿suena al caer o no? La pregunta del coco que cae en una isla sin nadie cerca es una manera de hablar de la percepción. Si nadie lo oye, ¿realmente ocurrió? ¿Y si nadie cuenta la historia, la historia existe?

Yo quisiera volver a sorprenderme a diario. Con mis hijos, todo es una aventura, y eso lo agradezco. La única cosa segura en mi vida es esa. Y con tranquilidad puedo decir que, si hubiera sabido antes lo bueno que era ser padre, lo habría hecho mucho antes. Pero todo pasa por algo, y los que creemos en la divina providencia sabemos que, para estar acá, algo tuvo que pasar. Y no nos detenemos a pensar por qué no fue diferente.

Me cuesta acostumbrarme a esta vida del progreso sin historias, pero por eso debemos hacer todo lo posible para crear las nuestras. Como decía Ben Franklin: “Vive una vida digna de escribirse, o escribe una historia digna de leerse.” En esas estamos.

Edgar Muñoz profile image
por Edgar Muñoz
📰

Suscripciones Digitales

Accede a nuestras ediciones digitales y contenido exclusivo

Ver planes de suscripción
o recibe nuestro boletín gratuito

¡Listo! Revisa tu correo

Haz clic en el enlace de confirmación para completar tu suscripción.

Leer más