Ley “No más olé”

Por: Diego Arango

Recientemente la Corte Constitucional ratificó la Ley 2385 de 2024 en la que se prohíben las corridas de toros, novilladas, becerradas, las tientas, el rejoneo, las corralejas y las peleas de gallo, actividades lúdicas que vienen de culturas ancestrales y que hacen parte del sentimiento de pueblos que por muchos años las han venido practicando, de las cuales miles de personas han centrado sus trabajos e ingresos.

Si bien es cierto que el espectáculo se basa en algunas actividades de confrontación del hombre con el animal, esto pone en juego la vida de ambos protagonistas: toreros, banderilleros, rejoneadores y más, que también han muerto en el enfrentamiento al toro, tanto en corridas como en corralejas, desde luego, casi siempre el animal termina sacrificado.

Pero si en últimas lo vemos sensatamente, ¿Cuál es el fin de un toro o un gallo?  Indiscutiblemente el matadero, donde la muerte es aún más cruel y despiadada. En las corridas el toro muestra su trapío, embiste y divierte a un inmenso número de personas, en algunos casos resulta indultado, pero en la faena de la muerte termina aplaudido. Pero de otro lado, el toro termina en el matadero, solo se espera de él su carne, sin pena ni gloria, lo mismo sucede con el gallo, todos finalizan sus vidas en la olla con un matarife que les tuerce el pescuezo o se los corta.

Ahora bien, en el coleo se suelta el animal, el vaquero va detrás de él para enlazarlo y derribarlo, le ata sus patas, pero después de que se calma lo suelta volviendo a la normalidad y fin del espectáculo, total ese ganado también termina en el matadero. Las corralejas son un espectáculo a mi manera de ver violento, personalmente no me gustan, me parece una diversión medieval, pero es la tradición de un pueblo español que fue adoptada por algunas poblaciones latinoamericanas, la gente las disfruta y es más el riesgo que corren las personas que el toro.

En fin, si bien es cierto que estas tradiciones se encuentran culturalmente arraigadas en unos pueblos, producen una economía que favorece a mucha gente y, desde luego, son eventos de diversión, pues hay que dejar que continúen o se acaben por extinción, pues si las nuevas generaciones no gustan de ellas, por sí mismas terminarán.

De otra parte, en el caso del ganado de lidia, estos son animales específicamente concebidos y criados para el espectáculo de la fiesta brava, ganaderías que han invertido mucho dinero y tiempo en sus razas, crianzas y sostenimiento, entonces tendrán que eliminarlos o cambiar su rumbo volviéndolos ganado de carne y finalmente acabando en el matadero.

Debo aclarar que respeto y admiro a las personas y movimientos animalistas que buscan la protección del reino animal, que han logrado avances de defensa a los perros, gatos, aves, tiburones, ballenas y otras especies domésticas y silvestres que deben vivir libremente en su hábitat, pero otra cosa es acabar con tradiciones que hacen parte de la cultura y economía de algunos pueblos, de manera que esa ley de “No más olé”, creo que se extralimita en el verdadero sentido proteccionista animal.

Entonces se debería acabar con deportes de contacto como el fútbol donde muchos resultan lesionados por las fuertes patadas o el boxeo, lucha libre, las artes marciales mixtas, el taekwondo, judo y muchas otras formas de combates que llenan enormes coliseos. Se transmiten por televisión y son verdaderamente violentas, pero hacen parte de la cultura de los pueblos y generan enormes cifras económicas. 

La humanidad en sus gustos, tradiciones y culturas debe evolucionar por sí sola y no con base en leyes impositivas a actividades que no son del agrado de grupos ideológicos, muchos de ellos totalmente sesgados