Resumen
El concejal Oscar Javier Díaz Laytón es acusado de un escándalo de corrupción y abuso en Bucaramanga, incluyendo evasión de impuestos, manipulación territorial y nepotismo. También se le alega por amenazas y abuso contra una mujer.
Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)Por: Oscar Jahir Hernández Rugeles
El escándalo de los audios del concejal Oscar Javier Díaz Laytón, con los cuales se reveló una parte de la historia de cómo se negoció la Personería de Bucaramanga para entregarla en bandeja de plata al sector liberal tradicional de la ciudad, no es más que el inicio de una historia que apenas se comienza a contar y que los ciudadanos empiezan a conocer.
Detrás de Díaz Laytón existen unos hechos que no han sido de conocimiento público porque desde hace muchos años se viene gastando tiempo y dinero para ocultarlos, pero tarde o temprano este mismo concejal tendrá que dar las explicaciones necesarias ya que va a tener que apartarse de muchas discusiones de ciudad donde sus impedimentos serán más que evidentes, si es que alcanza a llegar a los debates del Plan de Ordenamiento Territorial.
A nadie le cabe en la cabeza que la familia de un concejal que haya evadido impuestos durante años a través de la constitución de establecimientos de comercio falsos, que haya violado usos de suelo, alterado nomenclaturas y que esté involucrada en el desfalco de dineros públicos a través de fundaciones de papel con el apoyo de una empresa constructora, pueda llegar siquiera a tomar decisiones frente a la planificación urbanística y el desarrollo económico de la capital de los santandereanos.
De la misma forma, que un concejal tenga a su compañera sentimental trabajando al interior de la misma corporación con el consentimiento de un presidente experto en esas lides, termina siendo una indelicadeza de menor cuantía frente a la gravedad de celebrar fiestas con alcohol y drogas al interior del recinto, sin que hasta el momento la vigilancia adscrita a la Alcaldía de Bucaramanga haya informado si dicha novedad se encuentra en la bitácora de sus labores, motivo por el cual la complicidad de sus compañeros concejales ya no es tan chistosa como pensaban.
No han pasado ni cinco meses y lo que hay detrás de cada una de las decisiones que se están tomando en el Concejo de Bucaramanga no alcanzan ni siquiera a ser acuerdos políticos, porque más que acuerdos, están revestidos de componendas burocráticas, favorecimientos personales y coimas, como lo dió por sentado el concejal Carlos Parra en su intervención después de haber ido a denunciar como corresponde a los implicados en los audios.
Denuncia que el concejal Díaz respondió diciendo que no es más que envidia, horas antes de conocerse otro episodio en el que, según los padres de una mujer, este mismo abusó de ella sin su consentimiento mostrando como prueba los videos de las cámaras del lugar, las mismas que lo captaron hace dos días yendo a amenazarlos para que se mantuvieran en silencio, situación que los ha llevado a pedir ante las autoridades protección para su grupo familiar. Nadie les niega la camaradería a los concejales en razón de su trabajo, pero que sean cómplices de tanto abuso y degradación debe ser castigado por los electores y puesto en conocimiento de la sociedad.