Los albores del mundo cretácico y sus vestigios en el cañón del Chicamocha

Resumen

En el Cañón del Chicamocha, se observan vestigios del Cretácico, evidenciando la transición de un mundo árido del Jurásico a un entorno marino, marcado por la elevación del nivel del mar y la formación de archipiélagos.

Generado por Inteliegenica Artifical (OpenAI)
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Los albores del mundo cretácico y sus vestigios en el cañón del Chicamocha

El rostro de nuestro planeta ha cambiado constantemente durante el transcurrir del tiempo. La tectónica de placas ha sido el motor principal de esos cambios, transformando planicies desérticas en llanuras fluviales, las cuales, a su vez, dan paso a mares, océanos, cadenas montañosas y luego volver a formar nuevas planicies. Esa historia de transformaciones o sustituciones del paisaje se reconstruye a partir de antiguos vestigios rocosos que, a pesar de los embates del tiempo, han resistido hasta llegar a nuestros días.

El Cretácico es un periodo de la era Mesozoica, cuyo inicio se remonta a unos 143 millones de años de antigüedad, y su ocaso a los 66 millones de años, es decir, se prolongó unos 77 millones de años. Mares y océanos cálidos se extendieron por todo el planeta, gracias a la elevación continua del nivel del mar, convirtiendo la mayoría de las antiguas masas continentales en extensos archipiélagos. Fue un mundo sin casquetes de hielo polar, tapizado de plantas con flores que, por primera vez tiñeron de colores los paisajes terrestres. Las cálidas corrientes de aire fueron salpicadas por animales alados (pterosaurios-reptiles voladores- y aves primitivas) y sus mares colonizados por una variada fauna. Contrario a ese floreciente inicio del mundo Cretácico, su ocaso fue catastrófico. Muchos organismos marinos, terrestres y aéreos, sucumbieron ante las calamidades globales que azotaron nuestro planeta (impacto de un asteroide de más de 10 kilómetros de diámetro, intensa actividad volcánica, etc.), las cuales dejaron un mundo polvoriento, casi agonizante (quinta extinción masiva).

En el área del Cañón del Chicamocha podemos observar retazos dispersos de ese antiguo mundo Cretácico ya desvanecido. Por ejemplo, durante al menos 12 a 14 kilómetros de recorrido, por la vía principal que conecta Pescadero (Piedecuesta) con Panachi (Aratoca), podemos divisar, al oeste, el pronunciado escarpe localizado al tope de las laderas escabrosas que bordean el río Chicamocha.

Ese escarpe superior representa las aristas de capas de rocas sedimentarias, las cuales se extienden horizontalmente, formando la Mesa de los Santos. Ese pronunciado escarpe, de rocas de color blanco polvoriento, localizadas al tope de las laderas de tonalidades rojizas, marcan la transición entre el mundo árido del periodo Jurásico, y el mundo marino del periodo Cretácico, pasando por ambientes transicionales de llanuras aluviales próximas al mar. Los terrenos que permanecieron emergidos por tener una topografía más alta (región al este del río Chicamocha, donde hoy se observan las montañas más elevadas del Macizo de Santander), formaron en su momento islas que albergaron variados ecosistemas. Sin embargo, con el paso del tiempo, éstas terminaron sumergidas debido a la continua elevación del nivel del mar Cretácico.

La riqueza natural y cultural del Cañón del Chicamocha ofrece múltiples posibilidades de desarrollo para la región y el país, pero esto requiere que los sectores público y privado, junto con las comunidades, compartan el mismo horizonte.

*Columna de Luis Carlos Mantilla Figueroa, en colaboración con German David Patarroyo Camargo. www.fundparticipar@yahoo.es

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