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Los cínicos no sirven…

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…Para este oficio. Si no fuera porque, detrás de la palabra “callar” se esconde una amenaza, uno de periodista se quedaba muerto, pero de la risa. Sí porque a mí todavía me produce mucha risa esa lacónica frase que le disparó el Rey Juan Carlos de Borbón, al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en una reunión de alto turmequé, y que a última hora no fue más que una borbonada.  “Por qué no te callas”. Le faltó el carajo, y le habría quedado perfectamente macondiana. Y él habría quedado convertido en el Rey Juan Carlos de Macondo. Ñerda nojoda.

Pero cuando ese fatídico término lo emplean ciertos dueños del país, yo digo lo mismo en jerga macondiana: Ñerda nojoda. Cuando yo era uno de los presentadores del programa El café de la mañana, en el canal TRO, en una ocasión entrevisté a Robinson Díaz, en ese entonces el mejor actor de la TV colombiana, y no recuerdo por qué, o tal vez por la mamadera de gallo, porque para eso el hombre es un teso, se me dio por preguntarle, qué opinaba él del asesinato del periodista Jaime Garzón. Me contestó esta frase lapidaria que ya jamás olvidé: ¿“Yo qué puedo decir de un circo pobre que mata a su único payaso?  Ipsofacto pensé, al payaso que los hace olvidar que son mendigos sentados en barras de oro, pero no por su culpa. Y nos reímos mancomunadamente, no obstante, con cierto patetismo porque la respuesta fue lapidariamente contundente.

El viernes en la mañana cuando escribía esta columna, me dio escalofrío; tal vez el mismo escalofrío que le dio a Jaime ese viernes que lo mataron porque él no creía que lo asesinaran. Digo que me dio escalofrío porque, detrás de la palabra callar, reitero, potencialmente yace una grave amenaza. Pero los autores intelectuales, y mucho menos los materiales, nunca tienen en cuenta que, nosotros los periodistas, más que todos los periodistas que ejercemos crítica honesta y veraz, mordaz pero responsable, a través de nuestras columnas, no somos más que unos simples belicosos que hasta los mismos dueños y/o directores de los periódicos o de las emisoras, nos maman gallo por nuestra posición crítica. Y sin analizar que somos los principales reproductores de la Cultura y de todos los apéndices que tiene la Cultura como son la política, los deportes, las bellas artes, y hasta los chismes de la farándula, los verdaderos dueños del país nos tienen como los sapos saltacharcos que no dejamos progresar a la humanidad. Qué horror, señor de los cielos.

Es una salida imbécil porque los críticos responsables y honestos, sí somos amigos sinceros de los mandatarios, de los políticos, de los campeones, y de todos aquellos que tiene injerencia en la sociedad. Claro porque los sacamicas y los lameculos a sueldo, lo único que hacen es repetir lo que hace el gatico con la caquita en un matero de la sala o del comedor: tapar y tapar y tapar la caquita. A mí me caen como una ensalada de cucarachas tres mequetrefas y dos mequetrefes del periodismo, por solo aludirlos imaginariamente, pero tienen de bacano que les cuentan a sus admiradores que nunca leyeron de Kapuscinki, “Los cínicos no sirven para este oficio”.

Es bestialidad querer “callar” a los periodistas honestos, sin siquiera pensar que, hasta los propios hijos de los inquisidores en un futuro no muy lejano, serán víctimas de sus propios inventos como Alfred Nobel. Y más fúnebre todavía, víctimas de los cínicos profesores universitarios de periodismo. Después de asesinado Garzón, yo apenas acaté a escribir: Desde un viernes al amanecer todas las flores están tristes; pues madrugaba a cantar un ruiseñor, pero su canto fue acallado con el eructo de un matón.

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